Capítulo 45

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               Míriam.

Nunca pensé que un sentimiento pudiese durar tanto, quiero decir, muchas personas me habían dicho que con tiempo se podía olvidar a una persona, o lo que sentías hacia ella.

"Ya pasará, seguro que después de unos días estarás mejor"

" Céntrate en otra cosa, mantén tu mente ocupada, acabarás olvidando"

" Todo pasa, créeme"

Y esas son tan solo algunas de las frases que había escuchado toda mi vida, y no solo relacionado con lo que ya sabemos. La gente tiende a decir lo mismo solo porque es lo que siempre se dice para consolar, pero la realidad es que si tú misma no quieres, nunca olvidarás nada, por mucho que te distraigas o que lo intentes.

En el fondo yo sabía que quería tenerlo presente aunque no lo viera, así podía sentir algo, aunque fuese decepción o tristeza. Porque si, estaba vacía. Y ese vacío era tan desesperante, que preferí vivir con su recuerdo.

El cambio de turno me había afectado más de lo que me esperaba, hasta hace una semana yo tenía horario de mañana. Madrugaba y luego dormía toda la tarde, solía salir a hacer vida social con algunos de mis compañeros, no como mi amiga que se pasaba horas con su novio encerrada.
Y que puedo decir, agradezco que las paredes sean un poco más gruesas, porque no me haría gracia escuchar ciertas cosas que me dejarían bastante traumada.

Ahora la parte buena era que no me levantaba temprano, pero me daba muchísima más pereza tener que bajar a recepción a las seis de la tarde, cuando ya había anochecido, y eso de que el cielo se oscurezca a las cinco de la tarde es algo a lo que nunca me acostumbraré, ya sea aquí o en España.

Estaba tan concentrada en explicarle a un asiático que acababa de entrar por donde tenía que ir para llegar a su habitación que en cuanto levante la mirada hacia las puertas giratorias de enfrente casi me desmayo literalmente.

Cole arrastraba una maleta negra y llevaba una mochila amarilla colgada de los hombros que hacía juego con su sudadera amarillo mostaza y la cual tenía las mangas remangadas hasta los codos. Al mismo tiempo que se quitaba la capucha de la cabeza y pude ver ese pelo rubio salí corriendo de ahí, sin ni siquiera disculparme con el pobre hombre que no entendía nada.

No puedo explicar que sentí en ese momento, tan solo sabía una cosa con certeza, seguía enamorada de él.

- Podría haber sido peor.- Intenta otra vez consolarme Carla mientras nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones.

Da igual lo que diga, siempre me acaba haciendo gracia su penoso intento de hacerme sonreír.

- ¿Vas a buscarlo para hablar con él?.- vuelve a preguntar al no obtener de mi más que una sonrisa.

Pienso en que contestar, aunque acabo decidiendo la verdad.

- No sé.-
- Se que podrás hacerlo, confío en ti.-

Me da un último abrazo antes de meterme dentro de mi cuarto.

No he podido seguir con mi turno porque ya se había puesto Mario, que es el que iba después que yo. Me he comportado como una niña pequeña, es que ni siquiera Carla había reaccionado como yo, me siento avergonzada conmigo misma.

Maldito desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora