Capítulo 22

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Carlos.

Nada más abrir los ojos, me levanté de la cama y sin pensar me dispuse a tocar la puerta que tenía enfrente de mi habitación. Si hubiera esperado un poco más y lo hubiera pensado mejor, probablemete me habría arrepentido y me habría quedado quietecito.

Necesitaba saber si había escuchado algo, no me preocupaba el hecho de que supiera que me atraía, si no que se enterase de como era antes y de las cosas que había hecho por que seguramente se alejaría de mi. Y si alguna vez llegaba a hacerlo, no la culparía.

Había llegado un punto en el que no sabía lo que sentía hacia ella. Podía afirmar que estaba pillado, por que es lo que me había dicho Cole y porque mi cuerpo reaccionaba distinto ante su presencia desde que la besé. Pero no tenía ni idea de como manejar mis instintos cuando estaba cerca, muchas veces había querido hacerle cosas que claramente no podía y yo no era el tipo de tío que se controlaba cuando le atraía una mujer.

Normalmente eran las chicas las que me buscaban y no hacía mucho esfuerzo cuando me quería acostar con alguna, ellas solitas me dejaban claro lo que querían. Yo estaba al mando, yo manejaba la situación, y sobretodo manejaba mis sentimientos. No es que me hubiera pasado nada serio con ninguna mujer, simplemente con el tiempo había aprendido lo que suponía pillarse por alguna, viendo a colegas borrachos y llorando, metiéndose en peleas y perdiéndose a ellos mismos.

No quería eso para mi, y nunca había estado en mis planes involucrarme con nadie.
Suena muy raro que piense en esto cuando nada más verla el primer día me había acercado a ella.
No me encontraba con chicas con tanto carácter muy a menudo, esa manera de desafiarme e inlcuso su manera de hablarme tan borde me había hecho interesarme en ella. Al principio no puedo negar que me encantaba fastidiarla por sus caras, ahora me encantaba fastidiarla por que me prestaba atención.
Por eso cuando baje a la cocina y me encontré a Cole tan cerca suya, me tuve que contener demasiado para no apartarlo de ella de una patada.

En la vida había sentido celos y por eso no sabía que era esa sensación de ardor y ese mal humor que me había entrado de repente. Además sabía las intenciones que tenía y no eran otras que fastidiarme.
Deseaba saber por qué tenía Cole ese odio tan repentino hacia mi persona, no recuerdo haberle hecho nada, si ni siquiera está en casa la mayoría de las veces por dios.

Odiaba reconocer que estaba acojonado por lo que pudiese o no decir a mis padres, pero se estaba equivocando de persona si se creía que podía amenazarme de esa manera, yo conocía ese mundo desde hace más tiempo que él, por lo tanto sabía en que se estaba metiendo y por mucho que se intentase hacer el maduro no podría con ello.
No le había dicho nada la noche anterior por que mis padres estaban durmiendo, pero esto no se iba a quedar así, ni mi propio hermano se imaginaba quien era yo antes, y más le valía no seguir tocándome los cojones porque no quería sacar a relucir un Carlos que había dejado atrás hace tiempo.

Momentos antes del maravilloso encuentro en la cocina ya me hacía a la idea de que me quedaría durmiendo todo el día, que es de verdad lo único que me hacía falta.

Pero mi padre abre de repente la puerta de mi habitación de golpe y hace que pegue un bote en la cama.

- Ya has perdido dos meses de clase ¿qué te hace pensar que voy a permitir que pierdas más por irte toda la noche hasta las tantas?- me regaña con su típico semblante serio que me indica que no le rechiste.
- No me encuentro bien- es lo único que respondo tapándome la cara con la almohada para evitar contestarle mal.
- Me da igual, tienes cinco minutos para bajar- y sale de la habitación dejando la puerta abierta. Odiaba con todo mi ser que hiciera eso, y el lo sabía.

Maldito desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora