1.2 (Quinto fragmento)

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PARTE 1: 2 (Quinto fragmento)

Abrió los ojos en medio de la noche. Estaba pasando algo. Gastón no lo entendía del todo, pero sabía que estaba pasando algo, así que se sentó en la cama y miró a su hermana Priscila ahí durmiendo con él, con un pijama que antes había sido de él cuando tenía su edad; desde la cortina de harapos en el marco sin puerta pasaba algo de luz del comedor hacia donde estaban ellos y se escuchaban ruidos raros.

—No lo hagas. —Escuchó que dijo su mamá al otro lado y él se sintió inquieto de inmediato.

—Callate —le respondió su papá, con ese re contra conocido tono de voz que decía que estaba molesto.

—Solo nos va a traer problemas, David —insistió su mamá, preocupada. Gastón se quedó mirando la luz—. Después no la vas a poder dejar y la plata que consigas va a ir a eso, no a la comida.

—Que te calles —respondió él—. No pasa nada; es solo para ir ahora.

—Por favor, David —insistió su mamá, más desesperada—, dejá eso. Están los chicos durmiendo en la pieza. Por favor, ¡David!

Gastón ya estaba demasiado inquieto, así que se fue arrastrando hasta los pies de la cama.

—Cortala —susurró su papá, enojado—. Sabés que lo necesito para espabilarme. Además, ya me voy. No rompas las pelotas.

Gastón se levantó y caminó con cuidado, porque el piso era irregular y le molestaba en los pies desnudos. Movió dos hilos de la cortina y espió.

—Ojalá te vieras ahora mismo... —le murmuró su mamá a su papá, que estaba inclinado sobre la mesa, después se sentó bien y largó un humo blanco y denso por la boca—. Si vieras el ejemplo que estás siendo para tus hijos...

Su papá dio una carcajada seca.

—¿Y qué ejemplo era? ¿Eh? ¿Qué decía tu familia?

—¿Por qué siempre volvés a eso...?

—Yo no soy ningún pelotudo —la interrumpió—. Quiero trabajar, pero nadie me da un laburo, así que me lo voy a hacer yo. Se acabó —anunció levantándose. Su mamá se quedó inmóvil, cerca de la puerta, con una expresión que nunca le había visto hasta ese entonces y no sabía describir—. Se acabó lo del gil laburante, de ahora en más voy a hacer lo que tenga que hacer para conseguir comida. —David se acercó a ella y se quedaron mirando a los ojos—. Es lo único que me queda. Es lo único de lo que soy capaz ahora.

—Sos mucho más capaz que esto, David.

Su papá le sonrió y le agarró de la cara, a pesar que su mamá parecía que no quería que la tocara, parecía tener miedo, pero no el suficiente para soltarse. A Gastón le empezó a doler la panza y el corazón le empezó a golpear en el pecho.

—Decile eso a todos los forros esos que no me contratan en las fábricas. Y si no te gusta esto —Su papá la soltó y su mamá trastabilló hacia atrás mientras él agarraba algo negro de la mesa y se lo mostraba—, andá y salí a buscar vos también guita para comer. Esto es el único trabajo que tengo ahora, es la única opción que me dan.

David se lo guardó en el pantalón, en la cintura, y se lo tapó con la remera ancha. Su mamá se relamió los labios y retrocedió hasta chocar contra la pared, cuando dieron tres golpes suaves en la puerta.

—Es el Pájaro —dijo su papá—. Me tengo que ir.

Entonces se acercó y la besó en la boca, pero su mamá se quedó igual de inmóvil. Su papá la miró enojado y le mordió el labio hasta que ella lo agarró de la cara y lo besó con los ojos cerrados. Nunca entendía por qué hacían esas cosas.

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora