2.3 (Cuarto fragmento)

280 38 40
                                    

PARTE 2: 3 (Cuarto fragmento)

«Sé que tengo que escribir lo que siento, pero no sé lo que siento así que voy a poner lo que pasa.

Los días solo siguen. Leo me ayuda con las tareas atrasadas aunque no entiendo una mierda y Sergio nos cuida y nos lleva a la plaza. A veces nos compra algo, un chocolate o un chupetín. Mis hermanos se ponen muy felices con eso. A mi me gusta el gesto, pero siento que es... raro.

Y Florencia llega del trabajo y se queda un rato. Antes no lo hacía, nos mandaba a dormir como si no nos quisiera ver, como si le molestáramos, pero ahora escucha a Pri, a Tincho y a Matu sobre lo que hicieron durante el día, comemos y después nos acompaña a dormir. Después volvemos a empezar.

Todavía no quiero hablar con Florencia por más que un día o dos se acercó y se sentó al lado mío. Sus preguntas eran estúpidas, sobre lo que hacía y las cosas que quería, y yo siempre le respondía que me dejara en paz porque no me voy a tragar sus mentiras nunca más. Nadie cambia de un día para el otro. ¿Ahora se preocupa de mis golpes? ¿Ahora se preocupa por lo que pienso o lo que siento? ¿Ahora no quiere ver a David?

Ella solía decirme que me parezco a él y nunca entendí por qué, nunca le había mentido, gritado o pegado, pero después empecé a hacerlo porque daba igual si lo hiciera o no. Estuve mucho tiempo intentando no parecerme a él, pero supongo al final lo hice. Mentí, grité y pegué. Capaz Matías tiene razón y soy igual de malo que él».

Bocha casi había escrito a último minuto, esa madrugada antes de ir a sesión, esperando que aquello fuese lo que Juan quería, pero ni siquiera podía mirarlo mientras lo revisaba, porque aunque sentía que había escrito lo suficiente, quizá no era lo que quería. Todavía se seguía sintiendo incómodo con eso de tener que escribir.

—Priscila debe ser mejor en esto —le dijo, como para aplacar los nervios mientras Juan seguía leyendo su cuaderno—. Ella está todo el tiempo escribiendo.

—Es cuestión de que te acostumbres, nada más —dijo él, cerrando el susodicho objeto y dejándolo a un lado—. Dime, ¿cómo te sentiste al escribir?

Bocha torció el gesto.

—No sabía cómo empezar ni qué poner —simplificó encogiéndose de hombros—. Era... como que no podía empezar por ningún lado, porque... no sé. Pasan muchas cosas y... a veces me da la sensación que... siento tantas cosas que no sé lo que siento, es como si no sintiera ninguna en realidad. La verdad es que no entiendo nada.

—Veo que hay mucho desorden en tu cabeza. No has escrito demasiado, pero al menos lo intentaste y es más de lo que me trajiste la última vez. —Bocha se quedó mirando su cuaderno maltratado, un poco preocupado que nunca pudiese poner lo necesario—. Quiero que hablemos un poco de lo que escribiste, lo que mencionas acerca de tu padre. ¿Por qué dices que eres malo como él?

—Hablé con Tincho el otro día, hice eso de... acercarme y decirle que las cosas iban a ir mejor, y le dije que si algo iba mal o lo que sea, que me lo dijera porque yo le iba a apoyar siempre, como él lo hizo conmigo. Y me fue muy bien, me sentí muy bien, pero cuando intenté lo mismo con Matías, él no me quiso ni hablar, me dijo que soy igual de malo que David, que siempre gritaba y... esas cosas... Y mientras escribía eso, me acordé de lo que me dijo. Supongo que por algo debe ser, porque Florencia me decía lo mismo.

—Sabes que cuando uno está enojado, a veces dice cosas que en realidad no piensa, ¿verdad? Es probable que tu hermano siga enfadado por lo ocurrido y que esa haya sido su manera de desquitarse. Es cuestión de tiempo para que se le pase el enojo. De momento vamos a darle su espacio para que recapacite por su cuenta. —Bocha asintió y se quedó pensando en Matías, en su actitud rara—. Dime, Gastón, ¿cómo van las cosas con tu madre? ¿Has visto algunos cambios favorables en ella?

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora