3.1 (Primer fragmento)

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Parte 3: 1 (Primer fragmento)

Las últimas horas del sábado las pasó en la planta baja mirando a sus hermanos, apreciándolos desde el silencio, disfrutando ese minúsculo momento de falsa paz; cuando se sentó en el sillón, tuvo la fuerte sensación que tanto Florencia como Sergio lo miraban, pero trató de ignorarlo y pretender que nada había pasado.

Intentó no pensar mucho en lo que podría haber pasado en esa casa en su ausencia, en lo que había hecho Florencia o lo que había pensado Sergio; para saber eso claramente tenía que hablar con ellos, pero no estaba en su mejor momento para hacerlo. Decidió que era mejor tratr de mantener su cabeza ocupada en otra cosa, por eso decidió prender su celular para distraerse mientras esperaba la cena; descartó las llamadas perdidas de Florencia y las que le había dejado Santiago, después decidió ver unos mensajes sin responder, ignorando por copleto las notificaciones de Facebook.

—Ey, ¿pasó algo Bocha? —le había escrito su amigo a la mañana—. Me llamó tu vieja hoy re temprano, dijo que te habías ido y que no podía encontrarte, por eso me pidió el teléfono de Fabián para ver si estabas con él. ¿Es verdad? ¿Te fuiste? ¿Estás bien?

Gastón no supo qué contestarle; no se sentía lo suficientemente armado para intentar explicar algo, aunque fuese solo por la superficie. Decidió mejor quedarse mirando a Luca jugar, que cada tanto le mostraba algún bloque y él se lo colcaba ahí o allá para darle desafíos de cómo seguir manteniendo la torre en pie; todo iba bien hasta que Sergio se apareció con un vaso de agua y las pastillas.

Bocha lo miró, sintiéndolo como un extraño de pronto, y fue claro en el asunto:

—No quiero tomarlas hoy.

Pudo ver que su abuelo se puso un poco rígido con su comentario, pero le puso un gesto amable y se sentó en el apoyabrazos del sillón, ahí bien cerca suyo.

—Bocha... —murmuró con un tono que no supo bien cómo definir—. Sabés que las necesitás, te hacen bien...

Él frunció las cejas y dejó de mirarlo; suspiró hondo, tratando de encontrar palabras para hacerle entender por qué no quería saber nada del medicamento, pero la situación incómoda despertó la curiosidad de Tincho sobre el tema de los medicamentos:

—¿Qué son esas pastillas que siempre toma?

Sergio miró a su hermano, que estaba del otro lado, acomodándose bien porque había estado sentado patas para arriba.

—Vitaminas y un medicamento que le ayuda a dormir, porque tiene problemas de sueño.

—¿Problema del sueño? ¿Eso que es? —preguntó Matías, entonces él se tiró hacia atrás y se cruzó de brazos, haciendo como que le prestaba más atención a la tele que a la conversación.

—Que no puede dormir, bobo —respondió Tincho enseguida.

—¿Y por qué?

—¿Siempre tenés que preguntar todo por qué? —se quejó Priscila.

—A veces es complicado, Matu —dijo Sergio con voz suave, intentando hacerle entender—. A veces cuando crecemos nos cuesta hacer algunas cosas, por distintos motivos, y algunos medicamentos nos ayudan.

—¿Entonces esas pastillas lo ayudan a dormir? —siguió Matías y Sergio asintió—. ¿Y por qué no las querés tomar si no podés dormir? —le preguntó a él, y Bocha no pudo evitar poner mala cara, sin saber qué responderle a un simple nene.

—Yo creo que si las tomás les darías un buen ejemplo a tus hermanos —murmuró Sergio mirándole—, que no hay que tener miedo de tomar los medicamentos que nos manda el médico, porque son para ayudarnos.

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora