1.4 (Primer fragmento)

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PARTE 1: 4 (Primer fragmento)

Gastón volvió a la casa con Luca cuando Santiago, Fran y Fabi dejaron de debatir sobre lo que iban a hacer y cuándo. Él prefirió no intervenir, porque sentía que todo lo que decía solo jodía. Así que se volvió a su casa cuando ya estaba oscureciendo, porque Luca había empezado a toser demasiado y sus amigos ya habían decidido ponerle fecha a la charla con Lidia: el sábado a la tarde.

Bocha seguía descontento con el asunto, aunque no sabía si esa era la palabra que describía lo que sentía. Quizás era simplemente miedo, porque conocía a los Godoy y si lo de Lidia era cierto, seguramente iban a armar quilombo si Fran compinchaba con ella sabiendo quién era. Tenía ese presentimiento de que las cosas iban a salir mal.

Estaba a una cuadra de su casa cuando se lo cruzó a Gustavo, un compañero del fortín que sentía que no veía desde hacía una eternidad. Éste al verlo lo esperó con las manos en los bolsillos de una campera como la suya, pero de un talle adecuado para su fisonomía.

—Tavo —dijo y se detuvo a unos pasos, porque la expresión de sus ojos verdes no le inspiraban mucha confianza.

Su excompañero le sonrió y lo miró de arriba a abajo.

—Bueno, mirá qué trajo el viento.

Bocha le torció el gesto.

—Perdón, pero por desaparecer sin decirme una mierda, le tuve que decir la verdad —murmuró y Bocha frunció las cejas—. A tu vieja.

Gastón bajó a Luca pero éste se le pegó en la pierna y le volvió a pedir upa.

—¿Qué?

—Cuando preguntó le dije la verdad: que hace como dos meses que no vas más al fortín. Así que seguramente te esperará algún mambo en tu casa.

Gastón sonrió y miró el piso. Sí, se imaginaba que algo así algún día iba a pasar.

—Parecés satisfecho —le dijo, solo por decirle algo, mientras alzaba a Luca de nuevo—. Siempre te gustó todo eso de joderme, que me pasaran mierdas y todo eso.

Gustavo sonrió.

—Siempre creyéndote el centro del universo, Sosa. Que todo el mundo te desea el mal.

Gastón puso los ojos en blanco.

—A mí no me vengas con giladas —lo afrontó, levantándole la cabeza—. No soy pelotudo. Siempre te la diste de amigo, pero no me bancabas.

—Nunca me la di de nada, no digás pelotudeces —farfulló de mala gana—. Yo siempre te fui con la verdad a la cara, creo que fui el único del fortín que lo hizo. Y lo nuestro era así: nos decíamos toda la verdad a los ojos, aunque no nos gustara o aunque doliera. —Gastón miró a un costado con molestia, porque sabía que tenía razón, pero era molesto—. Nunca tuvimos pelos en la lengua para el otro, por eso me calentó tanto que no fueses capaz ni de decirme que no ibas a ir más al fortín. Esperé como un pelotudo que me fueses a ver, Sosa. ¡Esperé como un pelotudo!

—Bueno, ni que fueras mi novia para esperarme tanto, gil.

Los dos se miraron raro por un momento, pero después Tavo se rió de la nada, se destornilló de la risa y él no pudo evitar contagiarse.

—¿Vamos a tener un rapidito de despedida al menos?

—Tocá de acá —le respondió de inmediato y el otro se rió peor, pero después se acercó y le dio un golpe en el hombro, no muy fuerte.

—Sos un forro. Posta te hacés extrañar en el fortín. Eras el único que ibas con la verdad y sin caretas.

Gastón suspiró e intentó bajar a Luca de nuevo, pero se le agarró como un mono.

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora