1.4 (Segundo fragmento)

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PARTE 1: 4 (Segundo fragmento)

Lo del castigo era un chiste. Un completo y total chiste. Y un embole.

Entre semana su vida nunca había sido muy interesante: Santi y Fabián se la pasaban estudiando (porque ellos sí tenían futuro) así que no los veía, y cada tanto Fran aparecía por su casa a la tarde, pero esa vez, Priscila no lo dejó pasar de la puerta y le hizo el anuncio: "está castigado".

Pero lo del castigo para él era una pelotudez. Priscila no podía pararlo ni siquiera aunque lo intentara (pero no lo estaba haciendo) y su vieja mucho menos, porque se pasaba todo el día laburando. Pero a pesar de su enojo, Gastón se quedaba en casa, ayudaba a su hermana en los quehaceres y después se rascaba los huevos mirando televisión o jugando con Luca.

Su vieja todas las noches le revisaba la mochila y las cosas del colegio al llegar del laburo, y Gastón seguía sin dirigirle la palabra. Priscila le hacía su reporte que se había quedado vegetando en casa y "todo bien", pero la verdad era que todo mal.

Se sentía un poco pelotudo con esa actitud infantil, pero estaba cansado de ser siempre el responsable que nunca tenía una pizca de confianza, no importara lo bien que hiciera las cosas; estaba cansado de ser nombrado como un compañero pero a la hora de la verdad, no era tratado como tal, sino como alguien que tenía que obedecer. Sí, una pija.

Estaba harto.

Cuando llegó el viernes, a Gastón ya le picaba el culo para escaparse. Ya lo había calculado todo: la puerta de atrás era la más fácil para irse a la mierda, después podía trepar por la ventana en medio de la noche, cruzar el techo y listo, era hombre libre. Su plan era perfecto.

—¡Te digo que está castigado! —gritó Priscila desde el patio de adelante.

Bocha levantó la cabeza de la ropa de Luca que estaba fregando para sacarle una mancha y miró hacia allá, pero no se movió.

—¡BOCHA! —gritó Loki desde afuera.

—¿QUÉ? —gritó él de vuelta, sonriendo.

—MAÑANA ES MI CUMPLEAÑOS PAJERO, ¿QUÉ CARAJO HICISTE QUE ESTÁS CASTIGADO, PELOTUDO?

Bocha se rió y se fue para el patio de enfrente, pero su hermana al verlo se puso en el marco de la puerta de entrada para que no pudiera salir.

—No, cortala, no podés salir.

—No voy a salir —la tranquilizó y la agarró de los hombros para poder mirar para afuera. Su amigo estaba ahí contra el tejido, mirando la situación con una sonrisa—. ¿Qué hacés, gato? —lo saludó.

—¡Tampoco pueden venir acá! —insistió Priscila, tratando de meterlo para adentro, pero él tenía más fuerza y altura que ella.

—No vino, mirá, ¡está afuera! —se lo señaló y Loki levantó las manos del tejido, riéndose.

—Pero mamá...

—Mamá dijo que no entren —le interrumpió—, y Loki no entró.

Priscila no parecía muy convencida.

—Eh, wacha, no seas tan ortiva —intervino el otro—. Solo estamos hablando. Te hacía más piola.

—No quiero meterme en quilombos con mi vieja, delen —pidió la Pri y él la despeinó, entonces ella le dio un manotazo en el pecho porque odiaba que le hiciera eso.

—Solo estamos hablando, relajá.

Su hermana lo miró con mala cara, pero dejó de tratar de meterlo para adentro de la casa.

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora