2.1 (Cuarto fragmento)

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PARTE 2: 1 (Cuarto fragmento)

—Bueno, yo mejor me voy antes de que me caguen a pedos —dijo Santi, estirándose a más no poder mientras todavía pasaban los créditos de la película, después se rascó la panza y se inclinó para mirarlos—. ¿Se vienen?

Ni él ni Pancho movieron la cabeza ni respondieron; él era más sueño que persona, sobre todo con Fabián masajéandole la cabeza con inercia. Santi les torció la boca.

—¿Venís a casa, Fran? —preguntó entonces, dándole un empujoncito en la pierna.

—¿Eh? —dijo el otro.

—Que si te venís a casa.

Los dos se miraron; Pancho no parecía entender nada y él estaba muy cansado como para encender alguna neurona como para pensar.

—¿Bueno?

Santi le dio un golpecito con el puño cerrado con una sonrisa y se levantó.

—Bueno, mové el ojete entonces. —Y se empezó a poner las zapatillas.

Fran se levantó y de repente estaba ya la mitad del sillón vacío porque se habían ido dos, pero Fabi no se movió porque estaba apoyado en él y sabía que si se iba, él se caía; solo le sacó el brazo del hombro y se estiró.

—¿Vos te quedas un rato más? —le preguntó Santi y él solo refunfuñó.

—Está más dormido que despierto —aseguró Fran, lo cual era más que cierto.

—Eso porque éste lo anduvo masajeando toda la película —dijo el petiso, señalándolo a Fabián.

—¿Eh? —dijo el otro.

—"¿Eh?" —lo imitó Fran, entonces Fabián se levantó de golpe y él se cayó para ese lado.

—Ay —se quejó sin ganas y después cerró los ojos, con ganas de dormir. Escuchó que su amigo se rió y él quiso sonreír, pero solo bostezó y se quedó ahí.

Sus amigos se pusieron sus abrigos y él hizo un esfuerzo sobrehumano para volverse a sentar y así darles un beso de despedida, se pasó la mano por la cara, sintiendo que le ardían los ojos, y los vio irse. Fabián se quedó en la puerta un rato, mirándolos, y él se acobachó en sí mismo por el frío que entraba desde afuera.

—Posta que se hizo bastante tarde... —comentó Fabi al cerrar—. ¿Querés quedarte a comer?

Bocha se volvió a pasar la mano por la cara y miró la hora: ocho y media.

Tenía que volver, pero eso significaba encontrar a David otra vez y no quería. Se acordó lo de la mañana y le entró el miedo que su viejo soltara un comentario de aquello frente a sus hermanos o su vieja, y que por eso se pusiera a revisarle. Iba a matarse si eso pasaba. Y era en serio.

—¿Bocha?

El sillón se hundió a su lado y entonces reaccionó que se había quedado tildado mucho tiempo.

—No sé...

—¿Seguro está todo bien...? —preguntó entonces, usando ese tono de voz suave que siempre le ponía cuando estaban solos, y le apoyó la mano en el brazo.

—Por favor, no... —le pidió, entonces Fabi lo soltó. Él se pasó la mano por la cara, porque no se refería a eso, pero ya después suspiró con cansancio y se tiró hacia atrás—. Es que ya no quiero pensar. Te juro que si podría me sacaría los sesos para no seguir pensando.

Fabián bajó un poco la cabeza y él pestañeó con pesadez. Por alguna razón, esa película aburrida que había mirado y no mirado mientras dormitaba, le había consumido todas las energías y ya no podía ni pararse.

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora