2.1 (Segundo fragmento)

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PARTE 2: 1 (Segundo fragmento)

Usó su zapatilla como freno para poder parar frente a su casa; su viejo estaba ahí afuera sentado a los pies de la puerta fumándose un pucho y levantó la cabeza al escucharlo frenar. Gastón lo vio medio raro, por eso hizo movimientos lentos para bajarse de la bicicleta; David le frunció las cejas.

—Te animaste a volver.

Ya estaba prepoteándolo... pero Gastón había decidido ser más sumiso para evitar conflictos, así que intentó no poner ninguna cara y se pensó si entrar o no. Intentó analizarlo un poco más para descifrar lo que más le convenía, pero no estaba seguro. David suspiró expulsando el humo y aplastó la cola del cigarrillo contra el piso para después revolearla al pasto con un rápido movimiento de sus dedos.

—Entrá de una vez y dejá de romper las bolas, ¿querés?

Ahí estaba de nuevo ese David, el que trataba de hacer callar a todos porque estaba resacoso y/o de mal humor. Su viejo siempre iba y venía en varias etapas: el malhumorado con el que quizás todavía se podía conversar, el cabeza dura enojón al que era al pedo discutirle, el violento al que no le podías decir nada y el borracho perdido o drogado con el que tenías que tener mucho cuidado si no querías que pasara un desastre. Gastón había aprendido a distinguir sus actitudes aunque siempre se lo había querido llevar por delante, sin importar cómo estuviera, porque realmente detestaba a David en todas sus formas. Pero esa vez iba a hacerlo distinto, para ver si las cosas cambiaban un poco. La verdad era que no tenía mucha fe.

Abrió el tejido, pasó y lo cerró, para después irse al depósito a dejar su bici apoyada contra las chapas y maderas que todavía no podían usar como techo. Cuando volvió a paso pesado, su viejo seguía sentado a los pies de la puerta, fumando otro cigarrillo. Gastón se quedó parado sin saber si pedirle permiso o aguantársela y quedarse afuera con él.

—¿A qué hora llega la vieja? —preguntó David mirando a la calle por un momento, pero después lo buscó a él con los ojos.

—Está en el hospital con Luca, así que no sé si viene.

—¿Qué le pasó al terremoto ese?

Gastón frunció un poco las cejas; no se iba a tragar que estuviese preocupado por el enano, pero tuvo que morderse la lengua para no soltar nada mordaz.

—Broncoespasmo. ¿Me dejás pasar o me vuelvo a ir?

Su viejo lo miró de arriba abajo y Bocha tuvo el presentimiento que lo iba a mandar a la mierda, pero le dio una calada al cigarrillo y se levantó para cederle el espacio; decidió meterse antes de que se arrepintiera, pero cuando apenas tocó el picaporte su viejo lo agarró de la mandíbula para apartarlo de la casa y lo empujó del pecho hasta acorralarlo a la pared. Se dejó hacer y trató de evitar su mirada; tenía que ser sumiso, tenía que empezar a actuar distinto a lo que lo había hecho en todos esos años...

—Ya sé que la cabeza mucho no te da, pero como te la vuelvas a dar de machito, juro que va a ser la última vez. ¿Me escuchaste?

Se volvió a morder la lengua y puso la mirada fija sobre el marco medio roto y oxidado de la puerta. Y asintió.

—Entonces decimeló —insistió David, entonces lo miró a los ojos y con todo el fastidio del mundo, se forzó a responder:

—Te escuché.

Vio sus ojos marrones de nuevo, su cara cada vez más avejentada y maltratada por la calle y las drogas. El buen padre que había sido alguna vez cuando él era chiquito sin duda había muerto hacía mucho, y por alguna razón en ese momento mientras lo miraba se preguntó si alguna vez lo había querido. Se preguntó por qué siempre volvía si tanto los odiaba, se preguntó por qué seguía con su vieja, porqué si tanto odiaba esa vida y esa casa, siempre volvía. Pero no articuló nada. Su viejo, ese viejo, estaba muerto, y esa persona de ahí no iba a responderle nada.

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora