3.1 (Tercer fragmento)

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Parte 3: 1 (Tercer fragmento)

Sabía que llevaba demasiado tiempo pensando en todo, pero no podía evitarlo. La vida había cambiado mucho y todavía seguía sin saber bien en qué dirección ir o a dónde salir a buscar consejo. Sentía que necesitaba a Juan para que le recordara cuáles pasos dar para pasar toda esa situación de mierda, pero iba a estar tiempo sin él así que se las tenía que ingeniar solo.

Lo que más le ocupaba la cabeza era el tema de David. No estaba seguro de qué sentía o qué esperaba; de a ratos lo odiaba mucho y en otros días quería perdonarlo, tenerlo al frente y comprobar si estaba intentando cambiar o no. Después, tenía muy presente a Florencia. Quería acercarse a ella, intentar tener una conversación profunda sobre lo que había pasado, tratar de sacar un par de mierdas que todavía no estaba seguro de cuáles eran... pero seguía teniendo miedo. Y por último, le preocupaba todo el tema de su asexualidad. Ya casi lo daba por hecho porque entre más cosas leía por Internet, más sentido tenía su vida, pero una parte de sí mismo todavía se negaba a aceptar todo el asunto. O quizá quería tener la maldita esperanza de poder ser un pibe normal... Y dolía darse cuenta que no. Pero lo que más dolía era ya no poder esconder por ningún lado lo mucho que le gustaba Fabián. Tenía ganas de decirle todo, buscarlo para olvidarse del mundo y ser ellos dos solos como antes... pero lo había perdido antes de tenerlo.

—Bocha. —Escuchó a lo lejos.

Levantó la cabeza de la almohada y la encontró a Priscila en la puerta, mirándole, entonces apagó la música del teléfono y arrancó los auriculares del mismo para devolvérselos. Su hermana le puso expresión rara y se metió a la pieza, cerrando la puerta.

—¿Estabas llorando? —preguntó haciendo caras raras; él se pasó rápido la mano por debajo de los ojos.

—No, sólo estaba medio durmiéndome —trató de restarle importancia y sacudió los auris en el aire—. ¿Vas a dejarme con el brazo levantado así todo el rato?

—No vine por eso. —Bocha le frunció las cejas y dejó caer su brazo en el colchón; ella se sentó en la cama de su vieja, mirándole atenta—. ¿Qué está pasando?

—¿Con qué?

—Con todo. Vos, mamá, el abuelo... —Gastón suspiró y dejó de verla. Sabía que no era ciega, pero así y todo había esperado que nunca se pusiera a indagar—. Lo quise preguntar hace tiempo, pero...

Decidió no contestarle porque no estaba seguro qué decirle.

»Creí que desde lo de la otra vez estábamos del mismo lado. —La escuchó decir al rato, entonces movió los pies inquieto, mirando el techo—. ¿No confiás en mí?

—No se trata de eso.

—¿Entonces?

Bocha dudó qué hacer. La relación que tenía con ella había mejorado muchísimo desde la última de David, eran muy cercanos y todo... pero tampoco sabía bien cuál era el límite. Tenía que meterle una excusa o distraerla.

—Tengo que escribir una carta para David y no sé bien para dónde tirar. —Bocha decidió mirarla al ver que se había quedado callada—. Vos lo perdonaste, ¿verdad?

Priscila frunció un poco las cejas, en semblante serio.

—No sé. La verdad no. Él siempre... fue muy bruto, muy... egoísta. Nunca sentí que se preocupara por nosotros, y encima cuando tomaba o estaba dado vuelta, siempre golpeaba y maltrataba a mamá, a vos, o a los enanos... Y sí, se entregó al final e hizo las cosas bien de una vez, pero una sola buena contra tantas cagadas... no sé si es suficiente como para perdonarlo.

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora