3.1 (Segundo fragmento)

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Parte 3: 1 (Segundo fragmento)

El primer día con la pastilla fue un poco raro, pero después con dos o tres pudo notar algunos efectos que le producía. Durante la noche, aunque todavía le seguía pareciendo increíble, caía rendido pero ningún sueño lo perturbaba, y durante el día tenía poco tiempo de sentirse retardado, pasaba el día y la tarde con energías y la cabeza limpia, lo que le hizo llegar a preguntarse por qué Juan no le había dado esas pastillas desde el inicio de la terapia.

Siguió con sus rutinas para intentar ser productivo: intentaba atender en clase y ponerse al día con las tareas de la escuela aunque le costaba mucho, pasaba una que otra tarde con Carolina y bailaban juntos en la plaza con la música del celular de ella, con Priscila mirándolos y riéndose de sus locuras, Tincho haciendo amiguitos de fútbol un poquito más allá y Matu pasando el rato con otros nenes de su edad en las hamacas y los juegos; por las noches intentaba pasar el rato en familia porque ya no se sentía como si fuese sapo de otro pozo. Cada tanto se mensajeaba con Santi y Fran sobre pavadas y después de cenar solía tener una sesión de videollamada con Fabi si éste le confirmaba tener un rato libre. Su amigo le llamaba antes de irse a acostar y le veía ya con su pijama de ropa vieja puesto y en la cama, pero él se iba al patio para hablar tranquilo. Se emocionaba mucho cuando Fabi le mandaba el aviso que podía conectarse, pero se ponía muy malen esas ocasiones en las que le había dicho que no podía. Intentaba ser positivo y pensar que al menos lo tenía un poquito para él, que era mejor que nada, pero le dolía porque ahora era más consciente que necesitaba más de lo que su amigo le podía ofrecer. Hablaban de mucho y de nada; Bocha le contaba sus mierdas del día y Fabi de las suyas, o al menos algunas pocas. No hablaban de Florencia ni de Tomás; se sentía casi hasta como un pacto silencioso.

Se sintió mejor al poder volver a laburar; fue a lo de Fausto en tren y su patrón le siguió tratando como siempre, aunque le hizo un par de preguntitas sobre lo que le había pasado en su primer día de regreso cuando se tomaron un descansito después de limpiar una habitación llena de cosas. Bocha le contó lo justo y necesario, no se sentía muy cómodo hablando del asunto, pero se vio un poquito obligado a mostrar el panorama porque seguro ya conocía rumores.

Fausto había avanzado bastante por su cuenta con el tema de la casa, se notaba que ya se había deshecho de varios muebles y cosas sin mucho valor, pero le faltaban dos habitaciones todavía; Bocha no pudo evitar rogar para su interior que aquello le durara un poco más. Recibió ropa en su primer día y algo de plata; le sorprendió un poco eso último, pero prefirió no preguntar y aceptar todo sin reproches, tomando la sonrisa de Fausto como que aquello estaba bien.

Cuando llegó con su paga, ni Florencia, Leo o su abuelo aceptaron la guita, los tres le dijeron que ahorrara para comprarse algo que le gustara, pero él no quería hacer eso, así que un día aprovechó y compró algunas pavaditas para comer y compartir en la cena con todos ellos; se sintió muy bonito, aunque no estaba muy seguro si los adultos de ahí estaban de acuerdo o entendían lo que quería hacer. Bocha tenía la sensación que su abuelo no estaba cómodo con que saliera a hacer changuitas, quizá porque le veía como a un pendejo, pero Leo no era tan reacio con el asunto, le escuchaba cuando le comentaba lo que había hecho durante el día y cuando hablaba con él se sentía casi como un igual, como un laburante. Sabía que era un pensamiento estúpido y muy de pendejo, pero se sentía bien eso de estar como en la misma línea que su tío.

Florencia era una incógnita con el asuntillo de su changuita; le había dado el okey, pero se comportaba rara. Leo le había soltado un comentario como que estaba en modo guardiana, intentando dar lo mejor de ella para cuidarle pero sin mantenerlo en una jaula, y eso le cerró un par de círculos en su cabeza. Todavía le costaba adaptarse al cambio de Florencia; aún seguía sintiendo ese consejo en su cabeza que quizás podía volver a ser la de antes y no quería bajar la guardia del todo. No tenían discusiones ni malas miradas, pero Bocha percibía las cosas de otra manera durante el transcurso de los días. No sabía si era por la medicación o no, pero estaba al punto que no quería averiguarlo. No todavía.

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora