2.4 (Primer fragmento)

304 43 24
                                    

PARTE 2: 4 (Primer fragmento)

Despertó cuando unas manos le acariciaban el pelo una y otra vez, despacio, como si intentaban que no despertara. Gastón abrió los ojos entonces, todavía adormilado y cansado, y vio a su mamá, que era quien le estaba acariciando. Parecía triste, así que él cruzó un brazo y se quedó abrazádola. Ella sonrió con un brillo en los ojos, entonces él también, porque la quería mucho, y se dio la vuelta en el colchón para poder estirarse y ponerle la mano en donde estaba la bebé.

Su mamá le besó en la cabeza varias veces y después de un rato, se levantó y le dijo que tenían que desayunar. Ella le cambió la ropa, y por alguna razón se quedó mirándole cuando estaba sin remera.

—¿Qué? —preguntó él, mirándose el ombligo.

Su mamá sonrió como antes y le puso su dedo en el agujerito del ombligo e hizo un ruidito como si tocara un timbre. Gastón rió y buscó el de ella, para hacer lo mismo, y aunque estaba raro porque la panza de su mamá estaba muy grande, él la imitó.

—¿Po ahí va sali manita? —preguntó, en referencia al ombligo.

—No, el doctor la va a ayudar a salir en el hospital.

Gastón sonrió, porque ya quería conocerla.

Su mamá le llevó de la mano a la cocina, que estaba ahí a unos cuantos pasos, y le ayudó a subirse a una silla.

—¿Y papi? —preguntó, mientras ella hacía cosas raras para preparar un té con todos esos aparatos que le habían dicho que no tenía que tocar.

—No sé —respondió ella, sin siquiera mirar—. Debe estar trabajando.

Gastón vio la puerta de chapa de atrás media abierta, así que mientras su mamá no miraba se bajó de la silla y caminó rápido pero calladito hacia ahí. Metió la panza para hacerse más chiquito y pasar, entonces lo vio a su papá parado con una pala y mirando el barro de allá. Él sonrió y se agarró de sus piernas.

—Papi —lo llamó—, el dotor va yudá salir a manita.

Su papá dejó caer la pala y lo alzó rápido.

—¿Ahora?

—No, en el osital —le explicó, tocándole la cara. Parecía raro. Como mamá.

—¿En el hospital?

—Sí, en el osital.

Su papá sonrió y le dio un beso en el cachete, y después lo abrazó bien, bien fuerte.

—¿Po qué tas tiste?

—Papá no está triste.

Gastón le agarró la cara para hacerlo sonreír. Su papá se rió, después frunció las cejas y él se las arregló, haciendo que fueran para arriba. Puso cara triste, entonces le empujó los cachetes arriba para hacerlo sonreír de nuevo y Gastón se rió.

Su papá le acarició con una mano la suya, para terminar el juego, y entonces se la miró.

—Nana —le dijo cuando le vio las lastimaduras de los nudillos y le dio un beso para curarlo—. Sana, sana. —Le acarició—.Ya tá.

Su papá respiró fuerte y Gastón vio sus ojos brillosos, como los de mamá.

—No tes tiste. Ya sana.

Se escuchó un chillido de la puerta de chapa abriéndose y entonces vio que salió su mamá de la casa.

—¿Qué hacés? —preguntó ella, enojada—. ¡No tiene que estar acá afuera!

Si no tuviera corazón (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora