tomemos un baño

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Hubo un lapso, en el que todo transcurría con actitud y percepción irreal. Era casi doloroso ver como las lágrimas abandonaban sus ojos, como el sonrojo era tan caliente que incluso podía sentirlo sobre mis mejillas. Era su necesidad expresada en el fuerte agarre a mi nuca y el violento contacto de su boca con la mía, esta actitud que solo me provocaba duda, no queriendo sentirla ahora, porque posiblemente esto terminaría jodidamente mal. Él me quería, él necesitaba de mí; pero era casi aterrador la forma en que yo igual le necesitaba, inclusive más, casi resultando en lo obsesivo y enfermo, tan sofocante, quemando mi razón.

El agua cayó por los bordes de la tina empapando la ropa que estaba tirada en el piso, habían algunas burbujas pegadas en su cuello, gotas que caían de su cabello mojado resbalando por su boca, su pecho, invitándome a tocarlo y a sentirlo sobre mi boca. Sus ojos mirándome pero sumidos en el medicamento que le inducía a dormitar haciéndole pensar que todo esto era solo un sueño, con las lágrimas resbalando por las esquinas de esas gemas brillantes, un rastro de la mezcla saliva-sangre escurriendo lento por su barbilla, su lengua actuando rápido en evitar que más sangre fluyera de su belfo inferior. Tomando mi tiempo en mirarlo, para recordarlo eternamente de ser posible.

Era la imagen de mi propia tentación.

Aprovecharme o no, justo o injusto... tomaría cada segundo de este momento para volverlo infinito dentro de mis memorias. Una infinidad que sentía como un suspiro si estaba él conmigo.

Sujete con fuerza el cabello largo de su nuca y con otra mano despeje su frente tirando ese cabello hacia atrás, arrastrándome sobre su pierna hasta pegar la piel desnuda y húmeda de su torso contra la mía, recibiendo un suave quejido cuando mi pierna ejerció presión en su lugar sensible, obligando a sus ojos no abandonar los míos, mirándome hacia arriba con sus manos en mi cadera, juntándonos un poco más. Joder, jamás me había dado cuenta de lo guapo e inocente que era este hombre.

Mierda, era perfecto. Es, es perfecto.

Con impecable y caliente lentitud comencé a acercarme a su boca, sentía cada soplo pesado y húmedo que abandonaba su cavidad sobre mis labios, me provocaba relamer y quizás accidentalmente​ rozar sus labios con mi lengua. Todo lo que adoraba en ese momento, era hacerlo sufrir con la poca distancia y mis toques inocentes en su cuerpo moreno y sensible.

─ Hyung ─ jamás en mi vida me había sentido tan emocionado por que me llamara de esa forma, sonando tan distinto de las otras veces que lo hacía, pero sin embargo, preferiría que de sus labios saliera otro nombre.

─ Deja de llamarme hyung, Tae ─ lo bese con ímpetu y necesidad plasmada en cada obsceno sonido que provocaba nuestras lenguas al chocar y entrar en la cavidad del otro.

Mis manos fueron las primeras en abandonar terreno conocido y explorar uno desconocido. Su pecho desnudo subía y bajaba erráticamente, sentí su piel erizarse bajo mi tacto. De repente sentir mi ropa mojada sobre mi cuerpo me resultó molesto, una prenda innecesaria para apreciar debidamente el momento. Todo el porno que Namjoon descargaba en la computadora no se comparaba en lo más mínimo a lo que mi corazón se aceleraba por el hombre delante de mi, este que me besaba con una necesidad y adoración que nublaba mi parte racional, aquella que aun me gritaba que esto estaba mal. En primera porque podrían descubrirnos, y en segunda porque es mi menor, un menor tan jodidamente seductor con todo lo que hace, con todo lo que sus manos me hacen imaginar, con esos ojos brillosos y llenos de suplica porque siguiera con todo. Era nuestro pequeño mimado, a Tae no se le puede negar nada. Me gustaría hacerle sentir bien, consentirlo hasta saciar su necesidad de esta clase de mimos.

Tenía, o comenzaba a tener una fascinación por sus manos, siempre me regañaba a mi mismo cuando me daba cuenta que pasaba demasiado tiempo observándolas, queriendo sujetarlas, o que sujetaran algo más. Me asustaba, pero al mismo tiempo necesitaba que sus manos jabonosas hicieran de mi necesidad lo que quisieran. Que me tocaran, apretaran, sujetaran o quitaran la ropa de encima. En este momento, lo que mi bonito bebé me pidiera, estaría bien. Como cuando casi arranco con desesperación mis pantalones, cuando enterró sus uñas en mi cadera y me mordió tan fuerte como habíamos hecho hace un momento. Gemí de dolor, de anhelo, de deseo por sus caricias, por sentirlo así más días de mi vida. Jadeaba en mi oído mientras sentía como algo comenzaba a golpear en mi abdomen <de nuevo, era casi tierno la forma en que su emoción brotaba a la luz> , sobresaliendo de entre el agua y la espuma de la tina, rosado, brillante, y mis manos picando por codicia de tenerlo una vez más a mi merced, siendo en esta ocasión yo el que fue detenido.

The Way I Love You | myg.kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora