XXII

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TAEHYUNG

En una semana entendía el valor de gozar de buena salud, entendía los beneficios de ser joven, y odiaba la necedad innata con la que batallaba día a día. De haber secado mi cabello correctamente y abandonado mis prendas mojadas <porque húmedas hubiese estado ligeramente mejor> pude haber anulado esta situación que me obligaba casi a permanecer en un cuidado de cuarentena*. Pero tal parece que ni siquiera para enfermarme hago grandes hazañas.

Arrojé al bote de basura dos cajas de pañuelos desechables usados, contaminados e irreconocibles. Llevaba al menos toda la semana padeciendo un resfriado de magnitudes ridículas, y aunque si bien había disminuido, solía exacerbarse* por las mañanas y casi a media noche no permitiéndome la correcta entrada de aire a mis pulmones y ser capaz de vivir con normalidad, mucho menos estando Yoongi hyung cerca de mi.

<Nada estaba bien cerca de ese hombre. Que tal vez no era familia, el beso se sintió con aura incestuosa>

Los chicos se habían turnado para cuidarme estos días de la semana, por horas me hacían sentir como un bebé, a veces incluso como una carga. Mi enfermedad se iba, pero eso no evaporaba la carga que sabía que estaba siendo. Jin hyung había sido el primero en saltar para cuidarme, por ese día le pidió a Jungkook que le dejara dormir en su cama, así cuidaría mejor de mí. No me consideré tan importante como para que realizaran esta clase de sacrificios a su privacidad, pero se sentía bien esta preocupación casi enfermiza. Según su sentido maternal <aquel del que enfurecía si lo sacábamos a luz, pero irónicamente del que estaba orgulloso>.

El segundo día, Jungkook le pidió ayuda a Jin hyung para preparar un remedio casero y mejorar mi obstrucción para hablar, funcionó y pude disfrutar de mi temperatura corporal en rangos normales, al menos hasta el medio día. Estuvo en un estado de constante disculpa durante todo el día, y durmió en mi cama sin que nuestro huésped se diera cuenta; hecho por el cual el manager y Jin hyung nos regañaron ya que pude haber contagiado al maknae por tan imprudentes actos. La salud de mi pequeño amigo no se vio alterada, la mía se mantuvo igual y nuestra tensión entre compañeros se disipó entre el abrazo nocturno y promesas de comprensión.

Ese tercer día desperté con tal fiebre que sin poder protestar fui sometido a una ducha de agua tibia, me pesaba el hecho de abrir los ojos y no me di cuenta de que fui bañado por sus manos hasta estar de regreso en mi habitación con tres de ellos dentro del cuarto, con comida, medicinas y toallas tendidas por toda mi cama, la tentación de acudir al hospital estuvo flotando en el ambiente húmedo y sofocante de las primeras horas de la mañana. Al menos hasta que la fiebre remitió lo suficiente para considerarse propia de un proceso infeccioso, lejos de las convulsiones pero tan cerca del malestar que solo me causaba irritabilidad. Estuve bajo el cuidado de Jin y el mío propio cuando se marcharon para las sesiones de foto individuales -aquellas a las que afortunadamente ya había asistido con Jimin hace una semana-, el departamento se sintió gélido cuando cerraron la puerta aislando su fragorosa* salida de mi zona de cuarentena, preferí esperarlos en cama hasta que llegaran a calentar el lugar con sus respectivas energías, algo que me permitía disfrutar al escucharlos llegar y desplazar el silencio, saludarme y con tal cariño que resultaba abrumador, su presencia siendo esencial en mi batalla contra esta estúpida enfermedad. Mejore gracias a la medicina emocional que ellos embotellaban en este lugar, en sus llamadas y en sus mensajes para saber como iba todo en casa.

Durante la madrugada de su llegada desperté sintiendo la necesidad de beber algo, la garganta seca e irritada me había levantado de golpe ante un inminente ataque de tos que pelaneaba sofocar antes de despertar a alguien. Grande fue la sorpresa de ver a Hoseok hyung haciendo guardia fuera de la habitación, recostado <o mejor dicho, desparramado, como derretido por el sol> en una silla del comedor. Sin pensarlo mucho, sabía que era incómodo y que solo estaba obligándose a pasar una mala noche porque me amenazó para regresar a la cama diciendo que me cuidaría hasta para respirar ese día, el sueño picando sus ojos y atorando sus palabras entre los dientes. Durmió toda la noche bastante cerca de mí <para dos personas de nuestro tamaño era un colchón considerablemente pequeño>. No puedo negar que mis palpitaciones se debían más a que estuviera conmigo que a otra cosa, que me sentí tremendamente mejor como para comer cosas un poco más sólidas y bañarme sin supervisión de nadie. Mejoraba gracias a él y esa positividad que desprendía con cualquier acción, con todo tipo de palabra y que me emocionaba ver en sus ojos brillosos. Queriendo que ese día no culminara jamás.

The Way I Love You | myg.kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora