Capitulo 25: Dura realidad

8.3K 859 95
                                    

Días después

— He aceptado hablar contigo pero solo quiero que me dejes en paz de una buena vez.

Adrián estaba algo frustrado y no era para menos. Se había encontrado con el amor de su vida que había creído muerta por más de veinte años y ahora ella era otra mujer, era tan distinta..., le habían robado la sonrisa, aquel brillo que destellaban sus ojos cuando aún su corazón creía en la gente, en el amor.

— ¿Que ha pasado contigo Isabella? Que te han hecho para que seas esa mujer dura, fría, y despiadada que ahora eres.

Isabella tragó saliva y mirándolo fijamente sin sentimiento alguno respondió.

— La traición, el dolor, y la amargura transforman corazones y opacan sentimientos, en mi caso..., en el mío ellos me los han robado.

— Se que te parezco el peor hombre del mundo. Pero amor no te abandoné. Estuve en cárcel años, tu padre se encargó de encerrarme no sin antes hacerme saber que tú habías muerto. Joder Isabella vi obituarios en los diarios, preguntaba por ti y todos decían lo mismo, que habías muerto. No tenía idea de nuestra hija, Isabella yo te amaba, hubiera dado todo por ti. Y aún lo haría. No he podido casarme, no he podido rehacer mi vida porque siempre estaba tu recuerdo presente. No sabes el infierno que he vivido, mi vida sin ti estaba vacía, sin razón de ser.

Arqueando una ceja Isabella respondió con sequedad.

— Pues creo que seguirá vacía. Lo nuestro fue hace veinte años y yo no regreso al pasado Adrián Céspedes. Lo único que podía unirnos era Aurora y ella está muerta.

Adrián negó con la cabeza rehusandose a creer que su hija estaba muerta. Comenzó a pensar, a atar cabos y si bien ese despiadado hombre había fingido la muerte de Isabella pudo haberlo hecho igualmente con su nieta. Algo inquieto y desesperado comentó.

— ¿Realmente crees que nuestra hija está muerta?

— No se que intentas hacer pero no te voy a permitir que juegues con mi dolor Adrián. Solo quiero que me dejes en paz, sigue tu vida, no tienes que detenerla por mi. Aurora está muerta, eso nada ni nadie puede cambiarlo.

— No, no estoy conforme. Quizá tú te conformes con pensar o creer que está muerta pero tu padre era un miserable capaz de hacer lo que fuera con tal de cumplir su propósito. Se trata de mi hija; de nuestra hija. Tú nunca viste un cuerpo, solo una lápida con su nombre en otro país. ¿En serio te diste por vencida así de fácil?

Isabella guardó silencio por unos segundos. Algo de razón tenía daría. Quizá después de todo Isabella inconscientemente se había dado por vencida ante tanto dolor.  Había sido vencida ante tantos años de esperanzas y no encontrar más que falsas ilusiones y más tormento.

— Aunque estuviera viva..., han sido veinte años de buscarla, de gastar millones en búsquedas, de tener esperanzas estupidas. Han sido años en los que el no saber ni siquiera cómo es el rostro de mi hija me desgarra por dentro. Tú no has vivido eso Adrián. Tú no viviste ni una sola lágrima, no sentiste lo que es recordar a todas horas aquella noche en la que me la arrebataron. No..., no te atrevas a comparar tu supuesto dolor con el mío. Porque no hay comparación. Y bien, si crees que está viva entonces búscala, te aseguro que no vas a encontrar más de lo que ya yo he investigado. Tengo que irme.

Isabella se puso de pie y Adrián rápidamente la detuvo por la muñeca preguntando.

— Si te demuestro que has estado equivocada, ¿podrías al menos darte una oportunidad de experimentar al menos si aún hay algo entre nosotros?

— Ni las cenizas quedan Adrián. Pasa la pagina como yo hace mucho hice. Ya no creo en el amor y mucho menos en palabras.

—  ¿Qué me dices de Damián Duarte? Con el si te ibas a casar, recién leí todo sobre ti y jamás pensé que esa mujer déspota de la que todos temen y tú eran la misma persona.

CautivameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora