Capitulo 12: Un corazon se niega a latir

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— ¿Oye y a ti qué te pasa?

Sacudió fuertemente la cabeza suspirando triste.

— Disculpa Nana. Estoy..., estoy algo cansada.

La amiga de Anabel llevando una charola con la cena a la mesa se sentó frente a su amiga con la frente ceñida.

— A ver, somos amigas de toda la vida. ¿Que te pasa?

— Creo que estoy metida hasta el cuello en un problema.

Nana se llevó un bocado de comida a la boca y seguía sin entender en que problema se podía haber metido su amiga.

— ¿Ese hombre tiene que ver con el problema?  El tal Alejandro

Ella asintió con la cabeza

— Me enamore como estúpida de un hombre que solo juega con las mujeres. Dice que siente algo por mi pero se va a casar con la insoportable de Isabella McCarthy.

— Pues yo te lo advertí. Además ellos son de un mundo muy distinto al nuestro. Ana, hay muchos otros prospectos. Alejandro no es el último hombre en el mundo.

Anabel se quedó callada por unos momentos. Sabía que Nana tenía razón. Pero el orgullo que Isabella había logrado herir en ella era el que no la dejaba dejar ir todo lo que tuviera que ver con Alejandro. Derramó una lágrima la cual rápidamente secó respondiendo

— Ahora no importa si soy o no de ese mundo. Estuve dispuesta a dejarlo  atrás, a olvidarme de Alejandro y seguir con mi vida pero no puedo. Y mucho menos cuando esa mujer cree que puede insultarme y menospreciarme como lo ha hecho.

— Bueno entonces qué piensas hacer querida amiga.

Anabel se sonrió así misma. Ella estaba segura que algo había en Alejandro que lo atraía hacia ella. Cruzándose de brazos replicó.

— Haré lo que sea, lo que tenga que hacer para demostrarle a esa señora que ni con todos sus millones y sus amenazas va a poder conmigo.

Curiosa, Nana secundó

— Me estás asustando Anabel. ¿A qué te refieres?

— Natalia, querida amiga. Haré que Alejandro Harrison se derrita por mi. Seré la sombra de esa mujer, le haré la vida imposible porque así como alguna vez la admiré sin conocerla ahora la detesto por prepotente y altanera.

—  A ver, y qué piensas hacer tú una pobre joven que apenas le alcanza el sueldo para vivir contra una millonaria que es dueña prácticamente de todo Madrid 

Anabel pensó, pensó y tras hacerlo varias veces con ideas calientes en su mente tomó un sorbo de zumo encogiendo los hombros.

— Usare esto que siento por Alejandro para acercarme a él, para enamorarlo y finalmente quitárselo a esa mujer. Porque el dinero y la clase social nada tiene que ver con la pasión y atención que pueda darle yo a Alejandro.

Nana puso los ojos como platos. Casi se ahoga al escuchar a su amiga hablar tan decidida. Más cuando siempre Anabel era la juiciosa, la que tomaba las mejores decisiones y las más acertadas.  Isabella se había dormido entre su ego y sus aires de Dios todopoderoso. Su soberbia no conocía de límites y mucho menos cuando de conseguir lo que se proponía se trataba. Miraba el periódico con las nuevas noticias y chismes más recientes y por todos lados se hablaba de la boda del año entre Isabella y Alejandro.

— Vas a cometer el peor error de tu vida Isabella.

— A qué te refieres Rosalía

Sirviéndose un poco de café su tía argumentó.

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