Hubo una chica que causó impacto en su pequeño pueblo. Los ancianos cuentan esa historia con lujo de detalle, pues fueron testigos de aquellos sucesos.
El pueblo era pequeño y se encontraba a lado de un bosque, contaba con un cementerio donde sepultaban a sus muertos, también existían las brujas y curanderas que ayudaban a hacer contacto con el otro mundo. Había brujas de magia blanca, que liberan de espíritus y ayudaban a las personas; y había brujas de magia negra, quienes lanzaban maldiciones y conectaban con criaturas malignas para atormentar al pueblo, pero estas brujas eran pocas, pues era peligroso hacer ese tipo de pactos con el mal.
Cuando pudieron capturar una bruja negra y la mandaron a la hoguera, ella no se detuvo ahí, y avisó que su alma estaría presente. Curiosamente, mientras ella moría, una pequeña bebé nacía al otro lado del pueblo; era una bebé pequeña, de ojos claros y cabellos delgados, con una sonrisa que encantaba, y un corazón confiado. Quedó claro desde que nació que sería un tesoro, no sólo de la familia, sino del pueblo entero.
La pequeña creció, y se volvió amante de las historias y el dibujo, conforme crecía, sus obras de arte mejoraban con el paso del tiempo, y en todas ellas se podía notar la silueta de una mujer alta que oculta su rostro en un manto negro.
En las noches, la familia tenía que cerrar las puertas y ventanas de aquella casa desde que la pequeña salió de la casa sonámbula, hablando con una mujer, así lo afirmaban sus conocidos. Aquella noche quedó claro una cosas: ella era especial.
Llegó a ser una adolescente llena de vida, una de las artistas más reconocidas del pueblo, una chica bellísima. Los pretendientes no faltaban, pero su respuesta fue siempre la misma: «no estoy lista, estoy esperando mi momento».
¿Momento? ¿Cuál momento? ¿A qué se refería aquella chica tan encantadora? Era la pregunta que atormentaban a todos esos jóvenes de corazón roto.
Una noche de luna llena, se celebraron 20 años de libertad de esa bruja y los 20 años de vida de la jóven. Se hizo una celebración enorme que finalizó con un espectáculo de fuegos artificiales, en uno de ellos se pudo notar la silueta de aquella bruja y la gente expresó su sorpresa, aunque la artista sabía que no era planeado, era una señal.
Y así fue. A las doce de la noche, el pueblo estaba en total calma, y la ventana de la recámara de la chica estaba abierta. Una brisa se deslizó por aquella abertura hasta llegar a su cuerpo, se levantó, llegó hasta la ventana, y de un salto abandonó su hogar. Caminó, con los ojos cerrados, con una mano sosteniendo el aire; sólo en los reflejos se podía notar una mano negra y esqueletal rodeando la fina y blanca mano de la jóven, llevándola al bosque.
La familia notó su ausencia, el pueblo entero despertó, los hombres salieron a la búsqueda al bosque, las mujeres hicieron guardia en las calles, los niños se quedaron dentro de sus casas. Nadie olvidará aquella terrible noche. A la chica, nadie la encontró, sólo se obtuvo la cinta que tenía en ese momento en su cabeza. Pero lo más doloroso, fue el asombro de los padres al regresar a su hogar a la mañana siguiente, pues los niños no estaban; ningún infante mostraba rastros de secuestro o muerte, era como si el aire se los hubiere llevado sin piedad lo más silencioso posible.
Ahora esa fecha era la más recordada, temida y reconocida del pueblo: la muerte de una bruja, el nacimiento de la mujer más bella, y la desaparición de los niños del pueblo.
