Es curioso como cualquier cosa se transforma en una persona: puede ser un libro, una canción, un lugar, un número, una imagen, una palabra, un gesto...
La verdad, no me sorprende que, leyendo de nuevo una historia de amor, recuerde a ese chico que me hizo suspirar día y noche con su voz, sus comentarios tan inusuales, su sonrisa, su creatividad, su valentía, sus ganas de vivir. Recuerdo tanto su rostro cuando estaba feliz, o triste, o inclusive cuando se perdía tanto hablando de un tema; recuerdo sus gestos, sus poses y sus abrazos cada vez que nos veíamos. Ahora sólo leo la parte que me recuerda a él, y deseo desde el fondo de mi alma, con todo mi corazón, que esté feliz y bien, como yo lo estoy.
Tampoco me es ilógico que escuchando una de mis canciones favoritas recuerde a un chico que me hizo sentir mal. Cuando él tenía cierto... interés hacia mí. No me agradaba del todo, pero lo quería por ser el único que conocía y seguía hablando desde mi infancia; amaba hablar con él y recordar mi niñez, saber que él era el único que sabía mis travesuras. Pero lo correcto era decirle "adiós" de una vez por todas; no fue agradable, pero funcionó para elevar mi felicidad y paz.
También es obvio que con una palabra, recuerde a mi amiga de la infancia: esa chica linda, de ojos pequeños, más alta que yo, castaña y tímida llegó como un rayo de luz en soledad; ella me habló, y con ello me sentí con la comodidad de una novata en la nueva escuela.
Y el simple gesto de unos ojos tiernos, me recuerdan a ese amor imposible que jamás sucederá. El estaba enamorado de mi, y yo me di cuenta muy tarde, tan tarde que él ya tenia novia. No podía dejar de pensar en él, pero con todo el dolor de mi corazón, lo arranqué de mi corazón, dejando una parte de él ahí, y conservándola con amor, con el cariño que se ganó.
Así como la imagen que tengo guardada en mi álbum de fotos. Mi mejor amiga me la regaló, y cada vez que la veo, se transforma en ese día, en donde estaba devastada por la ruptura de mi ex; ella me la enseñó y dijo que era sólo para mi. Supe que me acompañaría en todo, en cada una de mis aventuras y travesuras; supe que no se alejaría de mi.
Y esa carta; esa en donde mi mejor amigo me expresó su agradecimiento por estar con él. Un mes después de recibirla, la trágica noticia de su muerte me consumió totalmente; me era difícil olvidarlo, y sentir que todo seguiría bien. Leía esa carta una y otra vez, con la ilusión de traerlo, invocarlo para que estuviera conmigo. Pero las cosas no funcionan así, me resigné a dejarlo ir, y pensar que él me estará cuidando, desde donde sea que esté.
Y el dibujo que guardo con llave. Fue la etapa más difícil en mi vida, pues mi hermano, la persona más especial en mi vida, estaba mal, harto de los hospitales y estudios, sofocado de tantos cuidados, desesperados por no ayudar a mis papas, y desolado por no verme. Hizo un dibujo antes de entrar al quirófano para mi. Guardé ese dibujo debajo de mi cama, y lo abrazaba después de calmarlo de un llanto de miedo a morir. Era doloroso verlo y no poder hacer nada por ayudarlo, pero juntos salimos de ese agujero vacío y profundo.
Sí, es interesante que se convierta algo en alguien; y la verdad, es que es fascinante.