Estas sentado en la cafetería de tu escuela, leyendo el capítulo del libro para tu examen de la materia que más detestas y que es dentro de 17 minutos exactamente. Tomas un café, hace frío, con dos de azúcar y una de crema. Sueltas el libro, tomas con ambas manos el vaso, soplas el contenido, tomas un sorbo, delicioso. Alzas la mirada, esta sentada frente a ti, con el mismo libro en sus manos, con un vaso de té en la mesa.
Te distraes, la observas, sonríes.
Miras esa melena rebelde, lacia, de colores claros y oscuros, sus lentes grandes, su naríz pequeña, esos ojos juguetones, sus labios delgados, esa piel blanca. Toda una obra de arte.
Suena tu alarma, solo 15 minutos, vuelves a tomar el libro, lo abres en la página en que te quedaste, retomas la lectura. El viento sopla, ves las hojas de los árboles revoloteando, imaginas cómo se movería su cabello con el aire. Vuelves al libro, letra tras letra, vacía de sentido, repites la misma oración sin comprender lo que dice el autor. Te falta 1 párrafo, y tienes 12 minutos.
Comprendes la primera idea, hasta el primer punto y aparte, subrayas las palabras claves, cierras el libro, vuelves a tomar el vaso, soplas, miras hacia enfrente.
Cambió de posición, se retira los lentes, toma su vaso, la misma acción que tú. Alza la mirada, se conecta con la tuya, sientes que te pones completamente rojo. Te sonríe y vuelve a su libro. Ves tu reloj, 7 minutos.
Comprendes las últimas 2 ideas, subrayas. Cierras el libro, guardas tus objetos en la maleta pero no el libro. Tomas un sorbo de café, la observas tomar su celular, ve la hora, anota algo en el libro, cierra su bolso y toma té. Te vuelve a ver, sonríes, ella a ti, juegan con sus miradas, tratas de ver a través de sus ojos, ella te reta a hacerlo, tomas café, ella, té.
Suena la alarma de ambos; tienes 3 minutos para llegar a tu aula. Te levantas, caminas a una de las salidas, ella camina en sentido contrario y se acercan, ella choca contigo, ambos tiran sus libros. Muy cliché.
La miras, le pides una disculpa, se agachan ambos a recoger sus libros, te levantas, la ayudas a levantarse, le dices adiós, te alejas. Caminas a tu salón, entras, tomas lugar, pones el libro en la butaca, algo esta raro.
Lo abres; primera hoja, tiene una D escrita con una linda caligrafía. Es el libro de ella. Ella tomó el tuyo. Buscas el capítulo, otro color de subrayado, ves una nota al final de la hoja: Se ve que tú también odias la materia. Llámame.
Ves un número telefónico, lo metes en tu agenda con el nombre que tiene debajo de la nota. Sonríes, guardas tus cosas. Comienza tu examen.