No puedo conciliar el sueño, no puedo quedarme totalmente despierta, no puedo dejar de pensar en todo lo que ronda por mi cabeza, no puedo dejar una sola idea clara y concisa; son muchos pensamientos, pero ninguno es acertado ni claro.
Puede ser el efecto de la noche; la luna me hace ponerme en ese estado. O tal vez sea la pastilla que encontré y tomé sin pensar. O quizá es el resultado de noches enteras de insomnio sin causa aparente. O inclusive sean los presuntos significados de sueños sin sentido. O peor, es todo esto junto.
Cada una debe tener algo que ver: la luna es una amiga y consejera confiable y silenciosa, es la única que sabe la causa de mis llantos nocturnos, la única compañía en mi soledad, la que me alumbra en oscuridad total.
Las pastillas; no tengo idea de lo que era. La encontré en el buró de mi abuela, y ella tiene muchas de ellas, de diferentes formas, colores y tamaños. Necesita de ellas, pero son peligrosas. Ella se toma una, yo tomé dos.
El insomnio tal vez tenga explicación lógica. La escuela, los proyectos, los sueños, todo eso se revuelve a la mitad de la noche para poder ser reflexionados. Cada uno pide su turno a gritos, y cuando termino con cada uno de ellos, la noche ya se ha disuelto por completo. En el día me siento a desfallecer a la falta de sueño, pero en la noche todo eso se olvida.
Y los sueños. Esos malditos sueños que me dejan confundida. Cuando llega el momento de dormir, llega cierto chico de ojos oscuros y cabello corto a entrometerse sin previo aviso en ellos. Sueño que estoy tranquila, y llega en ese momento con una sonrisa y una sudadera clásica. Se acerca, me acerco, estamos demasiado cerca. Él sólo se dedica a sonreír y mirarme con esos intensos ojos. Me toma una mano, subo una de mis manos a su cuello, él toma mi mejilla con la otra mano y acorta la poca distancia existente entre los dos con un beso exquisito, lento y apasionado. Caramba, me tiemblan las piernas con tan sólo recordarlo. La mano que sostiene la mía se acerca a mi cintura, y la mía rodea su cuello. El beso se termina y quedamos abrazados mirándonos con infinito amor. Me acerco a besarlo de nuevo; su sabor me embriaga, y su aroma me cautiva y vuelve su esclava. No puedo evitar sentir tal cosa por ese chico que se ha metido en mi mente y en mis venas; esta conmigo y lo sabe. Termina de nuevo el beso y cuando esta a punto de decir algo, me despierto y vuelvo a la cruel realidad. Él no esta aquí.
Despierto desilusionada, con ganas de que el sueño sea la realidad. Despierto sin ánimos de volver a dormir por miedo a enamorarme más. Despierto con la esperanza de lo que he soñado se desvanezca, o tenga un poco de realidad.
Un sonido molesto me saca del trance del que he despertado. Mi alarma insiste en que salga de mi cama y de mis fantasías. Le hago caso sin reproche alguno, me enfrento a un nuevo día sin haber dormido lo suficiente, y a verlo y convivir con el chico de ojos oscuros y cabello corto.
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