Me enamoré.

28 1 0
                                        

Estoy enamorada de un chico que conocí por casualidad, en una de esas fiestas que la preparatoria organiza. Nunca antes o había visto, y sin embargo, cuando el chico que daba el inicio al baile nos presentó, lo sentí familiar.

  Él estaba bebiendo tranquilamente del otro lado del antro cuando pasé frente a él. Yo estaba platicando con mi nueva amiga. El chico llegó con mi amiga y la sacó a bailar. Cuando se percató de mi presencia, me dijo «no te quedes sola, ahorita te busco pareja».

  Y así fue. Lo encontró sólo dándole un sorbo a su vaso. Le preguntó su nombre, y le respondió. Nos presentó.

  El chico se fue con mi amiga, y el sólo me vio.

–¿Lo conoces? –Me preguntó.

–No, pensé que era amigo tuyo.

–No. El fin, soy Alex.

–Un gusto. Yo Denisse.

–Me gusta tu nombre.

–Gracias. ¿Quieres bailar? –Me sonrió, tomó mi mano, dejó su bebida y bailamos un rato.

  El chico, que más tarde supe que se llama Carlos, y mi amiga Lola, nos vieron y se unieron a nosotros.

  Pasaron los días, y Alex me hablaba, yo lo saludaba por los pasillos. A veces salimos juntos y vamos por un helado, o por unos nachos. Poco a poco se fue convirtiendo en parte vital de mis días.

  Para esos momento no tenia celular, así que cuando me compré al fin uno, él fue el primero al quien le envíe un mensaje.

Hey, Denisse, y ese milagro que me mandas mensaje?

–Pues ya ves, al fin podré molestarte hasta por las tardes.

–Me gusta que me molestes.

  Era precioso compartir momentos con él. Se me hizo tan fácil abrirme a él, contarle mis secretos, mi pasado, mis pensamientos, mis criticas de libros, mis nuevas bandas favoritas. Él también se desenvolvió a mi; me contaba de las fiestas y borracheras de su fin de semana, de los accidentes en los centros comerciales, de su hermano, de los nuevos libro que compraba y prestaba, de sus amigos. Tanta es la confianza que le estafo chocolates y él a mi helados; los viernes pagamos lo que debemos, salimos a caminar y platicamos hasta que se me hace tarde.

  Y dice mi amiga, ¿qué tiene te malo que te guste? Fácil; no lo quiero perder. Hace años conocí a un chico completamente diferente a él, pero también lo quise demasiado. Fuimos novios y todo era hermoso. Nunca supe qué fue lo que hice, o lo que no hice, si hubo una tercera persona o simplemente el amor se había extinguido; rompió su promesa, dijo que jamás se alejaría, pasara lo que pasara, y me dejo sola.

  No quiero que la historia se repita, no quiero que él también se valla por lo que siento por él. No soportaría el hecho de verlo partir y que no pueda hacer algo al respecto. Lo... amo, demasiado. Tengo miedo de lo que pueda suceder, no quiero un nuevo novio, una nueva ilusión y fuente de inspiración para mi lápiz y guitarra, no me quiero enamorar, pero me es difícil cuando lo veo día a día con esa sonrisa tierna, llena de vida, infantil; con esos ojos pequeños que se achican aún más cuando lo hago reír; con esa forma de caminar tan despreocupada, pero seria a la vez; con sus gestos y ademanes al hablar, o por ejemplo, al cargar su mochila; o cuando mensajeamos o hablamos de todo y nada; cuando saca su lado cursi y tierno, que me llega a mi corazón y hace inmensamente feliz.

  Es increíble lo que ha hecho Alex en mí, que ahora no puedo hacer nada, más que desearle lo mejor, ahora que sé quién le gusta...

Mini cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora