Capítulo 4

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Issia

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Issia

Bajé por las escaleras lo más rápido que podía, mientras el incesante sonido de la bocina del auto de Cameron, no hacía más que reventarme los oídos. Sabía bien que iba algunos minutos tarde, pero no tenía porqué exagerar.

Sólo habían sido dos minutos, pero ya sabía que, para Cameron Dell eso era una eternidad.

«Paciencia, Issia. Paciencia»

Abrí la puerta del copiloto con el rostro demostrando lo irritada que estaba ante su persistencia, y ella me recibió con las cejas alzadas y una mueca que demostraba también su fastidio.

—Mi abuela camina mucho más rápido que tú —señaló y eso me llevó de nuevo a los viejos tiempos. Las cosas con nosotras claramente no iban a cambiar.

—Y la mía tiene menos arrugas que tú en la frente —mi comentario consiguió que su rostro se presionara  aún más, mientras aceleraba el auto sobre la calle que va hacía la universidad.

—Si que te extrañaba, ingrata —agregó cambiando por completo su estado de ánimo, lo cual tomé como un gesto habitual. Ya me había acostumbrado a la perfección a sus cambios repentinos de humor.

No era nada que me asustara, la verdad es que ella siempre ha sido así, desde que la conocí hace unos años atrás.

En cuanto llegamos a la universidad, fui de inmediato a hablar con el rector, quien ya me esperaba gracias a la cita que mi tía había conseguido.

El alivio invadió mi ser, aunque también lo hacía una pizca de nervios. La verdad es que hablar con él decano para descubrir cómo arreglar mi situación respecto al reciente semestre que tenía reprobado, no era muy fácil que se diga, pero fue un completo alivio cuando pude hablar con él y me dijo que la universidad estaba al tanto de mi estado en los últimos meses; gracias a eso podía conservar mi beca.

Salí de aquella oficina con una actitud renovada, con ganas de gritar de la emoción que expiraba cada poro de mi cuerpo. Sonreía con verdadera alegría, como si pudiera tomar el mundo con las manos y arreglarlo a mí manera.

No me podía creer lo bien que las cosas llegaban a solucionarse, para ser sincera creí que mi beca se había perdido, pero ya mis abuelos habían hablado con el rector acerca de mi situación, y él lo entendió completamente, al igual que el resto de los coordinadores de la carrera.

Mis abuelos sabían lo importante que era para mí esta beca, no sólo por el hecho de cuanto me costó ganármela, sino porque significaba que no era una completa carga para ellos, quienes se encargaban de pagar el resto de mi matrícula que no cubría la universidad. Ahora tan sólo me faltaba ir con el licenciado Stewart y ver si aún tenía alguna vacante para mí, aunque no fuera en el puesto que tenía antes. Ya Damien me había comentado que al poco tiempo que me fui, una pasante nueva llegó, y él aclaró que no era tan buena en su trabajo como lo era yo.

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora