Capítulo 33

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Un nuevo camino

Issia

Me recompuse de entre los brazos de Collins en cuanto recordé quien era, quienes eran ellos, y en qué posición me encontraba ante todo esto.

Ya había sentido que el mundo se me caía encima y más de mil emociones picaron en mi interior, pero ahora, solo podía sentir alivio, mientras también trataba de pensar con la mente fría.

No estaba cien por ciento aliviada, porque aún me afectaba solo recordar la confesión que ambos habían mencionado hace tan poco, pero mientras más lo pensaba más quería imaginar y creer que solo era un juego.

No podía ser verdad; por supuesto que no.

Era la cosa más estúpida que nunca antes me habían dicho, y si regresaba al pasado, cada uno de los actos de ese desalmado dejaban en claro que era imposible que haya podido salvarme.

Esto solo era una trampa, por supuesto.

Después de todo, Amanda tenía razón, me había puesto en bandeja de plata en el momento en que subí al auto, lo único que aún no tenía en claro, era cuales eran sus verdaderas intenciones, y cómo fue que Collins pudo prestarse para algo como esto, aunque tampoco es que me sorprendiera, después de ver cómo me mantuvo engañada, podía esperar cualquier cosa de él.

Me zafé de su afiance con más brusquedad de la que esperaba y di un paso atrás con la cabeza en alto.

Tenía que demostrar seguridad, aun cuando carecía de ella en este instante.

—No voy a caer en esta artimaña —musité con una voz neutra que trataba de ocultar a la perfección el nudo que aún se ocultaba en mi garganta, las lágrimas que habían dejado un camino bien marcado en mi rostro, y lo infeliz que me sentía por dentro—. No sé qué era lo que querían conseguir, pero no voy a caer. Al menos confórmense con haberme visto así de débil una vez más.

Con esto dicho, pasé a caminar con la cabeza en alto hacía el auto, pasando de Collins, tan solo para tomar mi bolso e irme. Esto había sido una desastrosa idea desde el principio.

—Muñeca, te aseguro...

—No tienes que asegurarle nada —interrumpió Amanda, y moví mi atención a ella, solo para encontrarla con los ojos lanzando chispas—. Si ella no quiere quitarse la venda que tiene en los ojos, es su problema, al menos hemos sido sinceros.

Casi estuve a punto de reírme en su cara en cuanto lo último salió de sus labios coloreados de morado, pero me ahorré tal gesto con tal de irme lo más rápido posible.

Al tiempo que yo tomaba mis cosas, vi a la joven de cabello negro, hacer lo mismo. Si lo que pensaba era que con irse yo creería que la equivocada era yo, estaba completamente idiota.

—No tienes por qué bajarte del auto, estoy segura que Collins te lleva con gusto —apunté ya con mi bolso en la mano, y dando un portazo con la puerta trasera.

No esperé por una respuesta de ninguno de los dos para comenzar a caminar, aunque si sentí sus miradas en mi espalda.

Mi celular vibraba dentro del bolso, y recé porque no se tratara de Cameron; no quería más dolores de cabeza por hoy. Contesté con un alivio inmenso al saber que se trataba de Damien.

Su llamada me llegó como anillo al dedo.

—¡Iss, dime por favor que estás bien! —su expresión medio acongojada, me hubiera causado humor en otras circunstancias—. Hace casi una hora dijiste que venías para acá y ni siquiera contestas el celular. Me tienes con el alma en un hilo.

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora