Capítulo 26

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Un baile inolvidable

"Dicen que el amor es peligroso. Que cuando amas, siempre terminas lastimado, y yo nunca lo entendí, hasta que llorando, ansiaba el hombro de la misma persona que me hirió".

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Issia

Luisa entró como loca al departamento, poco después de que Collins y yo termináramos de almorzar. Y también, luego de nuestra riña por no dejarme ir a trabajar.

Yo entendía que era peligroso ir, pero necesitaba de ese trabajo, y debía presentarme. Se negó mil veces y mil y un veces, yo lo contradije.

Al final, terminé quedándome en cuanto Cameron nos llamó para informar que el bufete había sido enclaustrado para buscar pruebas, y de paso, hacer una investigación más exhaustiva.

Collins salió junto a Corbin para buscar quién sabe qué y yo me quedé junto a su prima y Mía.

Sentía que Luisa exageraba, pero tampoco me puse a rechistar, siendo sincera, si llegaba a intimidarme.

Y por un momento, creí que sería ella quien me arreglaría, pero a los pocos minutos, unas mujeres y un hombre, entraron en el departamento, presentándose como los maquillistas y el estilista privado de Luisa.

Vaya que me quedé con la boca abierta. Más aún, luego de ver todas las cosas que comenzaron a sacar y como se preparaban.

Me sentía bastante entusiasmada, y vaya que olvidé por completo cualquier enojo y preocupación.

Todos se pusieron manos a la obra con las dos y yo sólo podía imaginar e imaginar cómo iba a quedar, pues sentía que aplicaban y aplicaban productos desconocidos y extraños sobre mi piel, aunque también uno que otro algo conocido. Y ni se diga con el cabello, sentía que lo peinaban, y lo rizaban, pero aún no veía el resultado.

Fueron tan eficientes, que incluso me arreglaron las uñas, aunque estas siempre las mantengo bien cuidadas.

Mucho, pero mucho tiempo después, me ayudaron a colocarme el vestido, y puedo jurar, que me sentía como toda una princesa al ser atendida de tal manera.

Moría de ansias por ver el resultado, y también me asustaba, pero en cuanto pude pararme frente al espejo, juro que sentí que era otra persona la que me veía a través del cristal.

Me sentía maravillosamente hermosa, y tembien extrañamente desconocida, pero amaba el resultado.

Era una sensación tan extraña, que incluso sentía que lo que esas personas había hecho en mi, era magia.

Mi piel parecía de porcelana, mis ojos se veían gigantescos coloreados de negro, coral y brillo dorado, y ni se diga de cómo se veían mis pestañas, mi nariz. ¡Cielos! Hasta mis labios delgados parecían haber sido sometidos con botox por el acabado.

No podía dejar de admirarme. De admirar tan maravilloso acabado.

Y tampoco podía omitir el peinado. Le habían hecho ondas al cabello que me caía a los lados de la cara, mientras el resto parecía ir en un recogido pomposo que se veía divino.

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora