Capítulo 45

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Una mesa para tres

Issia

Respirar aún me costaba, al igual que caminar y mantenerme concentrada.

Por suerte había conseguido llegar al auto. Patrick tenía tan mal aspecto como yo, con los ojos llorosos, el rostro pálido y brillante por el sudor. Comenzó a regañarme luego de varios minutos, pero yo no podía dejar de ver el retrovisor, con la esperanza de que el auto de Collins comenzaría a seguirnos, o al menos la camioneta de Tayler. Lo cierto es que también lo había hecho para saber que nadie extraño nos perseguía.

No fui capaz de quedarme en mi departamento, mi mejor amigo me llevó al suyo, allí me sentía a salvo, además podría ver a Collins a primera hora, esa era mi idea.

Pero como era costumbre, mis planes cambiaron cuando por la mañana no lo encontré. Quizás lo hubiera hecho, de no ser porque me desperté tarde y debía ir a la universidad.

No pude dormir en toda la noche. Constantemente me levantaba para ver el celular y asegurarme que Collins no hubiera escrito, estaba atenta a cualquier notificación, pero también estaba cansada, así que supongo que, a altas horas de la madrugada, el sueño me venció.

Fue Patrick quien me levantó para avisarme que me dejaría en la universidad antes de irse al hospital, ya luego trataría de salir para venir a recogerme y llevarme al trabajo. Yo le dije que no se preocupara, quizás en el fondo mantenía la esperanza en que Collins vendría.

Y aquí estaba, en plena clase, fingiendo que escuchaba a mi profesor, cuando lo único que en verdad hacía, era esperar a que los minutos pasaran para que llegara el cambio de periodo, para poder volver a salir de clase y buscar a Collins, o quizás llamarlo.

Ya ni siquiera estaba segura si quería escuchar una explicación de todo lo relacionado con Amanda, o si ahora solo quería saber acerca de Tayler Hill, y lo de ayer por la noche.

Estuve por salir corriendo cuando el profesor se despidió, pero fui interrumpida por una de mis compañeras —de las metiches del otro día—, quien fingía que le interesaba saber de mí.

—¡Issia! No fuiste a la fiesta —exclamó. Le devolví la sonrisa a ellas y al resto de chicas, pero no tenía tiempo para perder.

—Lo lamento. Debo irme.

No esperé por una respuesta suya para salir rápidamente, mientras sacaba mi celular para marcarle a Collins una vez más, pero como era de esperarse, volvió a marcar que el número estaba ocupado.

Enterré mis dedos entre mi cabello, extrañamente despeinado, deseando que nada le hubiera pasado. Necesitaba creer que estaba bien para mantenerme cuerda.

—¿Issia Haynes? —elevé la vista cuando escuché que alguien me habló.

La confusión en mi rostro era notoria.

—Hola —intenté no sonar desanimada, pero fue en vano. Solo esperaba que él no viniera a causar más drama innecesario a mi día.

—¿Aún me recuerdas? —Asentí, sería imposible olvidar al último chico de aquella lista, antes de conocer a mi clausula ocho.

—¿Cómo has estado, Bruce Fisher?

Elevó los hombros mientras sonreía. Sus expresiones y el hecho de que viniera a buscarme no me daba buena espina, empezando con que dijo que un día se las pagaría. De verdad esperaba que ese día no fuera hoy.

—Mejor de lo que creí. Lo cierto es que desde hace mucho he estado buscándote, pero supe que te ausentaste un tiempo —indicó, mientras tomaba asiento al lado mío—. No vengo a reclamarte, al contrario.

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora