Capítulo 11

1K 68 31
                                    

Issia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Issia

El clima de Washington había descendido otros tres grados debido a la lluvia que llegó de improviso hace ya algunos días. Había un frío del demonio, pero era poco comparado con el ambiente dentro del departamento.

Las cosas estaban delicadas y lo entendía muy bien, porque temía por mí, por Collins e incluso por Amanda —quien aún no tenía entendido muy bien cómo se relacionó con Tayler, pero de cualquier forma estaba igual de involucrada que nosotros—. Por alguna razón me hacía sentir culpable de la situación, pero aquello no me dejaba caer, había aprendido muy bien de mí pasado y sabía que algunas veces las cosas iban a ser inevitables. La sed de venganza de Tayler era un claro ejemplo.

Eso no me impedía continuar con mi vida; no lo niego, moría de miedo de tan sólo pensar en su siguiente jugada, pero intentaba no demostrarlo para no alarmar a Collins, para mantener las cosas entre nosotros lo mejor posible.

Lo más triste de todo es que él no hacía lo mismo.

Desde aquella noche estaba más distante, más perdido y abrumado, e incluso podía admitir que más irritante y un tanto enfadado. Intentaba entender su reacción y de alguna manera, también buscaba la manera de no agobiarlo con preguntas o gestos parecidos a los suyos de mi parte.

Deseaba que las cosas se calmaran y cada mañana rogaba porque su actitud fuera distinta. No negaba que seguía siendo él, con sus gestos cariñosos, con sus palabras románticas capaces de enamorar hasta un sauce, pero no tenía su esencia al cien por cien.

Evitaba verme a los ojos por mucho tiempo, hablaba conmigo de lo necesario y aunque parecía interesado en la conversación bien notaba que su cuerpo estaba frente a mí, pero él volaba dentro de quien sabe qué pensamientos. Se estresaba con facilidad y de pronto, lo tenía comiéndome a besos como si ansiara tatuar mis labios en los suyos, pero aquello tampoco era algo típico de él, menos la manera culpable en que me observaba cuando me soltaba dejándome mareada ante tal gesto.

Había intentado hablar con él sobre su actitud, pero su respuesta era siempre la misma:

"No me pasa nada, muñeca"

Claro que si pasaba y estaba comenzando a cansarme de todo esto.

Comenzaba a agobiarme con tanto misterio, con tanto miedo y con tanto odio hacia él cáncer que era Tayler Hill.

Cuanto no daría por eliminarlo de la faz de la tierra, por sacarlo de una vez por todas de nuestra vida.

Maldito el día que se tuvo que fijar en mi.

Lo aborrecía tanto, a él y a todo aquel que lo rodeara.



El frío que se coló en mis piernas tan sólo cubiertas por mis medias y la presencia de Waffle me hicieron confundirme. Observé hacia el pasillo y con cuidado caminé hasta llegar a las gradas que daban a la azotea.

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora