Capítulo 2

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Collins

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Collins



Tres meses antes


—¿No vas a invitarme a pasar? —preguntó, mientras inclinaba la cabeza hacía un lado y me observaba con diversión.

—¿No deberías estar en Francia? —la pregunta salió de mis labios sin haberlo pensado antes.

Amanda rodó los ojos al cielo, y luego sin previo aviso, empujó mi cuerpo hasta lograr moverme de la puerta y entrar.

¿Qué rayos hacía ella aquí?

—Tuve unos problemas en el internado. Ya sabes, cosas insignificantes —lanzó a la ligera, como si su venida no significara que la muy tonta nuevamente había sido expulsada.

—Que te expulsen por tercera vez, no es algo insignificante, Mandy —la pelinegra lanzó un bufido, y sin dejar de pasearse por el departamento, siguió ignorando mi reclamo.

—¿Dónde está tu árbol de navidad? —investigó cambiando el tema por completo, esta vez si girando hacía mí.

—No hay uno —respondí con bastante fastidio; ella escogió el peor momento para venir.

—¿Y dónde voy a colocarme?

—«¿Qué?»

Mi tono de voz y mi rostro arrugado demostraron lo confundido que estoy ante su comentario. Ella no le tomó importancia, y al contrario lanzó una risa para nada graciosa.

—Porque soy tu regalo de navidad, Jay-Jay —expresó con esa sonrisa gigante que muestra todos sus dientes blancos y rectos. Caminó hacía mí y sin previo aviso, tomó mis mejillas y las presionó entre sus pequeñas manos cubiertas por unos guantes de franela negra.

—Hoy estás más enojado que de costumbre, ¿acaso te molesta mi presencia? —El puchero que sus labios formaron hizo que sin medir las consecuencias mis labios se curvaran al cielo en una sonrisa minúscula—. ¡Te he sacado una sonrisa! ¡¿Has visto eso mundo?! ¡Yo Amanda Hill he consiguido que Jayden se ría! ¡Y lo sigo haciendo!

Dio un paso lejos de mí, mientras aplaudía y sonreía como una niña en dulcería.

Sus gritos efusivos provocaron que mi rostro dejara la tensión para poder sonreír con plena libertad, haciendo así, que olvidara casi por completo el contenido de aquella carta y pudiera concentrarme en la chica dando vueltas al rededor de mi departamento, con los brazos extendidos y toda una luz irradiando sobre su piel, de su sonrisa y del sonido de sus risas.

No estaba tan seguro de los problemas que me haría tener a la hermana de mi peor enemigo en mi casa, pero de algo estoy seguro, y es que ella me haría olvidar muchas cosas.

De eso no había duda.

Actualidad

El estridente sonido de una canción indie sonando a todo volumen por el departamento, me da unas inmensas ganas de lanzar la bocina por la ventana, sin embargo al recordar lo temperamental y berrinchuda que es la dueña de tal aparato, conseguí dejar de lado tales ideas.

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora