Capítulo 28

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No se necesita explicaciones cuando hay pruebas

Issia

—¿No vas a hablar con él?

Negué, y lo escuché lanzar una risa sin humor, mientras se lanzaba sobre el asiento del sofá.

—Deberías, Iss. Seguramente tiene una buena explicación —Tomé otro sorbo de la botella de sidra, esperando porque dejara de insistir—. Además, ¿no se supone que su mejor amigo vendrá a buscarte para que vayas y hables con Collins? Hicieron un trato, por si no recuerdas.

Lancé un suspiro. Está conversación estaba comenzando a cansarme.

—¿Y qué se supone que voy a hablar con él? —inicié—. ¿Cómo se supone que debo de actuar cuando me siento herida y no puedo volver a confiar en él?

—¡Vamos, Iss! —Damien tomó mi mano, lo cual me alarmó tanto que me hice a un lado sin pensármelo dos veces—. No puedes dejarte guiar cuando solo conoces un lado de la moneda, al menos deja que te diga que es lo que pasó.

Me levanté para evitar su cercanía y lo peligroso que era su tacto en este instante, pero también para demostrarle que no importa que tanto me insistiera, no iba a cambiar de opinión.

—Ese es el problema en todo esto, Damien. No importa que vaya a decirme Collins, yo no voy a poder creerle —Por más fuerte que quisiera escucharme, luego de haber pasado ya tanto tiempo llorando, creyendo que había superado el dolor, las palabras seguían ardiendo al salir de mis labios—. ¿Qué me dice que no va a ser una mentira? ¿Qué me garantiza que no va a volver a vendarme los ojos con palabras bonitas y todo ese supuesto amor que tiene para darme?

Cómo quisiera culpar al alcohol por decir todo eso, pero lo que tomábamos no contenía un solo gramo. Desearía con mi alma no haber confesado en voz alta aquellas cosas, pero qué más daba; estaban dichas, marcando mi dolor, y mi frustración en todo esto.

—Puedo decir muchas cosas de Collins, Iss, pero créeme, él sería incapaz de dañarte. Ese hombre te ama demasiado, se nota a miles de millas a la distancia, y tú no tienes por qué desconfiar de su amor, cuando lo sabes de sobra—Se levantó del suelo, y me siguió en cuanto comencé a caminar hacía el otro lado del departamento, lejos de sus declaraciones, y de algo que yo sabía bastante bien—. Y no es por hacerme el brillante, pero si no lo quieres ver, es porque también estas consciente de ello. Quieres alejarte, sólo porque en cuanto lo veas, sabrás que sus ojos no podrán mentirte. Ya sabes lo que dicen, ellos dicen lo que los labios callan,

Me quedé con la vista fija en la pared, analizando cada una de sus palabras. Descifrando algo que estaba más que claro.

—¿Quién en su sano juicio le da consejos de amor a quien le interesa? —fue lo único que se me ocurrió preguntarle, para omitir darle la razón a lo que dijo.

Lo sentí colocarse a mi lado, y pegué un brinco al percatarme de la cercanía de su rostro con el mío.

Quizás y fue una mala idea preguntar tal estupidez

—Alguien que sabe que no puede forzar los sentimientos de los demás —susurró cerca de mí oído—. Y que además, no está dispuesto a ser el plato de segunda mesa.

Sentí la necesidad de explicarle que jamás en mi vida le haría tal cosa, que eso no era algo que fuera conmigo, pero de inmediato, mi mente me recordó que en el pasado, ya había sido participe de ese desastroso dicho.

"Un clavo, siempre saca otro clavo"

Detestaba recordar la lista, y más ahora, cuando gracias a ella, había conocido a Collins, de no haberlo hecho, a lo mejor y uno de esos tantos viernes en que Damien me hubiera invitado a salir, hubiera terminado aceptando, y también cabe la posibilidad, que hubieran existido otras salidas, que estuviéramos juntos, y que todos estos malditos problemas no existieran,

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora