Issia
—¿Ya escuchaste?
—¿Te lo puedes creer?
—¿Será verdad?
No pasé por alto el cuchicheo de mis compañeros de curso al salir del salón. Parecían realmente interesados en lo que sea que estuvieran viendo en sus celulares.
Yo imaginaba que no era más que alguna noticia de farándula. Eso movía el mundo últimamente.
Y aun así, la curiosidad picaba dentro de mí como salpullido.
Pero no me acercaría para preguntarles, no, claro que no, tenía cosas más importantes para hacer, como ir al colegio Athenas.
Necesitaba dejarle en claro algunas cosas a Collins.
Probablemente estaba perdiendo la vergüenza y el pudor, pero quería —necesitaba— buscarlo y hablar sobre lo que me escribió.
Justo lo que no quería hacer desde un principio.
Sabía que en el momento que leyera esas cartas, mis ideales cambiarían, pero gracias al cielo, no cambiaron por completo.
Había cosas, como volver a estar juntos, en las que no iba a dar mi brazo a torcer. Al menos, aún no.
A lo mejor solamente estaba siendo una maldita orgullosa, pero no podía hacer como si nada hubiera pasado. No podía volver a confiar en él de un día para otro, sólo porque al Señor, se le ocurrió escribirme un montón de cartas llenas de sentimientos que revolvieron mi interior.
Necesitaba mucho más que eso para volver a mí.
El timbre de mi celular provocó que detuviera mi paso hacia la parada de autobuses. Saqué el celular de mi bolso, pero lo guardé de nuevo, luego de colgar la llamada, al darme cuenta que se trataba de Cameron.
Si algo había descubierto estos días, es que detestaba lo mandona que era y lo manipuladora que se había vuelto. Mentirme fue lo que detonó la bomba que nos distanció.
Retomé mi camino, hasta conseguir acercarme a un taxi parqueado cerca. Los autobuses no llegaban hasta el famoso colegio y tampoco tenía todo el día.
Me subí bajo la atenta mirada del chofer, quien me veía extrañado por escuchar que mi celular seguía sonando aun cuando yo colgaba. Le di la dirección y coloqué el celular en vibrador para evitar que volviera a molestar con el tono.
Ni siquiera sabía cómo era que Cameron había conseguido mi nuevo número, se supone que este sólo lo tenían Fredeick, Damien y Piper, para evitar que anduvieran molestándome.
Por suerte mía, y mala de ella, yo me sabía su número de memoria, así que desde la primera vez que marcó, jamás le contesté. Ni siquiera contestaba las llamadas de números extraños, mi paranoia lo impedía.
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Hasta que la olvide
Romansa"No serás completamente libre, hasta que puedas contar de tu pasado y darte cuenta que ya no duele, que ya no hay secuelas" Collins e Issia descubrieron que para enamorarse, no necesitaron de más de unos cuantos meses, unas sonrisas sinceras y unos...