Capítulo 8

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Issia

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Issia

El solo roce de nuestros labios provocó que todo mi cuerpo se convirtiera en pura electricidad.

Había ansiado este momento durante mucho tiempo.

Lo había extrañado y jamás imaginé lo maravilloso que sería tenerlo de nuevo a mi lado, tomando mis mejillas con sus manos, acariciando con sus pulgares mi piel mientras su aliento se mezclaba con el mío y nuestros labios se acoplaban tan perfectamente.

Mis manos recorrieron su barbilla, dieron una pequeña carrera por su cuello y sus hombros, pero terminaron perdiéndose entre su bien recortado cabello.

El beso llevaba un ritmo lento, como si quisiéramos disfrutar cada segundo de él, como si deseáramos que el tiempo se detuviera durante aquel gesto.

Me negaba a separarme de él, y no hablaba solo por el maravilloso y embriagante beso que nos dábamos; me refería a dejarlo, a soltarlo. No sería capaz. Ahora con sus labios sobre los míos y sus manos rodeando mi cuerpo descubría que no me imaginaba en otro lugar que no fuera con él.

Me prometía dar todo de mí para luchar por este amor, y me alegraba tener la serenidad que no iba a estar sola en ella, porque estaba segura que Collins daría por igual a mí, tanto como ya lo había hecho en el pasado.

El calor de sus manos sobre mi cintura me envolvía en suspiros y llenaba mi cuerpo de fuegos artificiales que explotaban en mi estómago y transmitían toques a cada terminación nerviosa dentro de mi piel. Sonreí en cuanto un gruñido salió de su boca cuando me alejé unos centímetros. De inmediato volví a acercarme pero esta vez para llenarlo de besos en todo el rostro, mientras escuchaba su risa.

Las risas poco a poco nos llenaron a ambos y sin mucho cuidado terminamos en el suelo aún abrazados al otro.

Observé sus ojos con detenimiento y me deleité de ser la causa de aquel brillo magnífico en ellos.

Me alegraba tanto de tener a Collins, pero también me asustaba lo fuerte de mis sentimientos hacia él. A pesar de todo, aún lo hacía.

Varios minutos después, cuando la temperatura comenzó a descender cada vez más, decidimos partir, y cómo lo predije, Collins me llevó de regreso al hotel.

—La tarde ha sido increíble —recalqué en cuanto estacionó el auto frente al hotel.

Collins tomó mi mano y se acercó un poco para tomar mi mejilla con su otra mano. Cerré los ojos ante su toque.

—Tú has hecho que este día se vuelva mi nuevo día favorito —apuntó y pronto sentí como el calor comenzó a llenar mi pecho y un montón de mariposas revolotearon en mi estómago. La sonrisa en mi rostro era poco para demostrar el millón de emociones contenidos dentro de mi cuerpo.

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora