Capítulo 14

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Collins

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Collins


Tomé a Issia de los hombros y la obligué a moverse. No encontraba más que hacer ante lo que acababa de ocurrir.

Tenía en cuenta que para Patrick sería difícil volver a verla, pero estaba consciente que para Issia también lo era. Si bien nos había demostrado que había vencido sus demonios y miedos, eso no quitaba que siguiera siendo humana y lo que la tenía marcada le causara dolor.

Yo estaba convencido que ambos necesitaban tiempo para sanar y pensar en sus acciones, y sin embargo, a pesar de saber que los dos tenían cierta culpa, no podía dejar de pensar que Patrick estaba siendo bastante duro con Issia. Si bien ella había herrado grandemente, había comenzado a aprender de sus errores y estaba arrepentida, y sabía que eso no le servía a Patrick para sanar y reparar el pasado, pero al menos podía darle una oportunidad.





Una vez fuera del edificio, abracé a Issia, o al menos hice el intento de ello, pues ella se mantenía rígida y con la vista puesta en un punto fijo al frente. Cuando reaccionó, su acción me dejó perplejo, y fue quizás más por sorpresa que por cualquier otro sentimiento. Ella se soltó de mi agarre y se alejó algunos centímetros. Irguió la espalda, se pasó las manos por el cabello y respiró profundamente, como si estuviera intentando calmarse a sí misma.

Quité de mi pensamiento la imagen de aquella Issia débil que necesitaba siempre de unos brazos donde refugiarse, y me enfoqué en la nueva persona de pie a unos metros de mí.

No más fuerte, pero sí intentando ser un poco más independiente.

No lloraba, o se mostraba melancólica, a lo mejor si dolida, pero no débil, no insegura. Ella estaba cambiando, y eso en cierta manera me alegraba, aunque no negaba que también me daba uno que otro escalofrío; no porque anhelara tener a mi lado a una chica insegura a la que tuviera que proteger, más bien era sólo el típico miedo que se abraza a todos los cambios que hacemos día con día.

—¿Quieres que nos vayamos o necesitas otro minuto? —me atreví a preguntar, en cuanto su mirada volvió a perderse dentro de sus pensamientos.

—No, estoy bien. Es mejor que nos vayamos.

Pero su rostro no decía lo mismo. Intentaba verse indeleble, sin embargo no lo conseguía.

—¿Estás segura?

—Si, Collins. Tranquilo. Sólo, tan sólo fue la emoción del momento, eso es todo —exclamó, mientras abrazaba su bolso y caminaba de nuevo hacía mí—. No tienes porqué preocuparte. Yo entiendo a Patrick y sé lo difícil que es para él verme y revivir lo que le he hecho. No estoy de acuerdo en su decisión, pero él la ha tomado a fin de cuentas y no puedo intervenir en ello; por mucho que me cueste, tengo que acatarla. Ya luego, quizás el tiempo dirá.

Nuevamente me quedé perplejo por la forma en que se expresó, tan neutral y a la vez tan naturalmente. Sin esa voz débil del pasado, ni mucho menos sin ser esa chica insegura a la que le daba miedo quedarse sola y perder a los que amaba. Ella estaba demostrando que sus días en la clínica si sirvieron y le bastaron para recapacitar y cambiar hasta convertirse en la mujer decidida, de la que estaba orgulloso de llamar mi novia. Mi muñeca.

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora