Capítulo 25

753 46 28
                                    

Cambio de ideas

Collins

No podía expresar lo extraño que se sentía todo, luego de confesarle a Issia aquel pasado que me envolvía. Aquel pequeño detalle de mi vida del que me avergonzaba por haberme comportado como todo un animal.

No quería darle más vueltas al asunto. Era ya un caso cerrado, una etapa que había tenido conclusión cuando Dakota y yo hablamos antes de que Issia volviera y nos diéramos cuenta que guardar todo ese odio y resentimiento no tenía sentido alguno para ambos, además de que tampoco era bueno. La había perdonado y ella también lo había hecho, y como bien dice mi madre, olvidar es parte de perdonar, así que las palabras salían sobrando.

A lo mejor y cometí un error al recordar y contárselo a Issia, pero sentía que era mejor que ella supiera mis motivos, porque aun cuando le escondía muchas cosas, no quería seguirle negando el conocerme bien.

Quería que supiera que no soy un hombre perfecto, que cometo errores, como cualquier ser humano, y que tengo derecho a hacerlo. Estaba dispuesto a escuchar su opinión, aun cuando esta fuera a destruirme o quizás a reconfortarme, pero no existió, y en cierta manera se lo agradecí.

Para alivianar un poco el ambiente, decidí volver a acercarme a ella, luego de que una enfermera entrara y le quitara el suero, informando que ya podía irse, de paso, también le pasó su ropa. La ayudé a vestirse y a levantarse, aún se veía débil, aunque no tanto como cuando la sacamos del departamento y casi parecía una hoja de papel.

Tuve mucho miedo, de verdad que lo tuve.

La ayudé a cerrarse los botones de su blusa, aún cuando dijo que podía hacerlo y vaya que podía, pero me encantaba sentir su piel entre mis dedos. Mientras lo hacía, observé sus tatuajes bajo su mirada y terminé recordando algo que me desarmó por completo.

—¿Qué hacía Damien sin camisa? —investigué, y odié que aunque intenté no escucharme como todo un celopata, no lo logré.

Issia en lugar de ayudarme, lanzó una risa nerviosa, en lo que sus mejillas comenzaban a teñirse de un color rojo que la hacían ver hasta dulce.

—Iba a mostrarme su tatuaje. ¿Celoso? —respondió, rodando los ojos. Sonrió de lado y descubrí que estaba burlándose de mí.

—No exactamente.

—Claro —se burló nuevamente, con otra risilla. La observé detenidamente en lo que paraba con mi trabajo de abotonar su blusa.

—¿Qué voy a hacer contigo, Issia Haynes? —cuestioné en lo que pasaba mis manos alrededor de su cintura y comenzaba a mover mis dedos provocándole cosquillas.

—No hagas eso —pidió retorciéndose de risa.

Escucharla reír de esa forma, mientras sus ojos se achicaban y su rostro dibujaba marcas en todo su contorno, me hacía no querer hacerlo, aunque claro que en algún momento me detendría.

Intentó detenerme al colocar sus manos sobre mis brazos, al mismo tiempo que buscaba fuerza y buscaba apartarme, pero no lo consiguió.

—Lamento interrumpir su mágico reencuentro, pero necesito hablar contigo —Se dirigió a mí, Cameron, sin mayor emoción, al tiempo que abría la puerta del dormitorio.

—¿Pasa algo? —traté de averiguar, y por la mirada que me lanzó, supuse que era algo lo bastante grave para querer decírmelo sin la presencia de mi muñeca.

—¿Por qué se ven así? Si es algo acerca de Tayler, quiero saberlo —discrepó Issia, y me odié por la mentira que iba a decirle, y también por hacerla vivir dentro de este engaño que forje junto a su mejor amiga.

Hasta que la olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora