El chico corría. Corría con desesperación, por su libertad, corría por su vida.
Había abandonado a sus espaldas la túnica roja que lo había apresado durante tantos años, dejandolo solo con un especie de camisón negro y unos pantalones del mismo color. También había lavado su maquillaje blanco y negro de sus manos y rostro la noche anterior, en el río que corría en las periferias de la ciudad. Había vuelto a ser un hombre normal.
Después de haber traicionado a los suyos, estuvo tres días de fuga. Su ausencia fue notada con rapidez, ya que ya hacía un par de días que vagaba por las calles vacías de Dema, escuchando los galopes de los caballos en la lejanía.
Ahora su preocupación era mayor, ya que esos galopes que en algún momento fueron ecos en los callejones, ahora estaban pisándole los talones. Giraba la cabeza constantemente con la esperanza de que estos se estuvieran quedando atrás, pero su desepcion era grande al darse cuenta de lo contrario. El joven corría erráticamente intentando no perder la esperanza, pero esta se esfumó de golope cuando sintió un azote en su espalda, haciendolo caer mientras se retorcía del profundo dolor.
Se giró para encontrarse con los ocho encapuchados, ocho claveles rojos. Uno de ellos sostenía una correa (con la que lo habían golpeado) y montaba un caballo blanco, mientras que los otros también montaban caballos de colores diversos.
—Tu capa —habló con voz profunda el obispo.
—P-para que nece-sitarla?... —habló con dificultad el joven castaño, aún inmovilizado por el punzante dolor en su espalda.
—Es tu muestra de lealtad al vialismo...
—No más vialismo! —exclamó y recibió otro azote— AAHRG!!
—Quién te lavó el maldito cerebro Keons?! —gritó furioso. El joven no podía lidear con el dolor. Jadeaba salvajemente mientras su sangre comenzaba a manchar el piso.
—Y-ya no... soy Keons, Keons mu-murió... —gruñó con una agonía infinita— Y tu no vas a cambiar eso Nico... No vas a poder... Contra mi... —El obispo miró a los demás con una sonrisa irónica. Luego se volvió al chico.
—Somos 8 contra 1. Rindete ahora y vuelve con nosotros por las buenas, o también puedes volver como un prisionero más.
—Crees que me uniría a ustedes después de descubrir lo que le hacían a la gente que capturabamos?! De descubrir que me entrenaron para matar en vez de ayudar a la gente?!
—Entonces tendremos que hacerte lo mismo que a los que defiendes —respondió Nico, dandole tres últimos azotes al hombre, dejandolo inconsciente y herido en el piso.
El castaño despertó en una celda, identica a la que se apresaba a los prisioneros de las Torres del Silencio, ya que era un poco más grande en comparación a las de los edificios que rodeaban aquellas torres y tenía una luz bastante particular al medio.
Le ardían la espalda, el pecho y sus extremidades, y al arremangarse su camisón negro, se topó con unas marcas sangrientas de correazos en ambos brazos. Abrió su camisa para examinar su pecho, para encontrarse con marcas igual de sangrientas y moradas que la de sus extremidades, y para reencontrarse también con finas y alargadas marcas en su abdomen, que, como recordaba, ya estaban ahí hace bastante.
Caminó con dificultad por la habitación, como un León en un zoológico. Miró por la ventana de barrotes, y efectivamente estaba en una de las Torres del Silencio. Un buitre lo observaba, posado en uno de los techos de los edificios vecinos. Este giró la cabeza con curiosidad, como intentando entender la situación que el chico estaba viviendo, totalmente contraria a su libertad. Pronto este se aburrió y emprendió el vuelo. El castaño agachó la cabeza, algo frustrado. Acaso sentía envidia de un ave? De la libertad que esta simboliza? Probablemente si. Vió un mueble a un costado de la celda, como un escritorio. Se sentó en la silla del mismo y exploró los cajones, para encontrarse con antiguos objetos que le parecían extremadamente familiares. Una pequeña libreta de cuero estampada con poesía en su interior, un relojito despertador descompuesto que marcaba las 6:18, navajas de afeitar oxidadas y una flor amarilla algo marchita que había encontrado el día anterior. Tomó la flor con algo de nostalgia en los ojos y se sentó en su cama. Todos esos objetos eran suyos, de su antiguo él, de antes de llegar a Dema... Incluso de antes de ser Keons.
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Hear Me Now | A Twenty Øne Piløts Story
FanfictionParte 1 de "The Two Happy Boys Saga" Talentoso, amable, tierno y soñador son algunas de las palabras con la que la gente describe a Tyler Joseph, un egresado de 19 años de edad. Pero no todo es amor y paz para este chico, ya que su vida es más difíc...