Dulce.

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Hace tiempo no dormía tan bien. Sentir el calor y la proximidad de quién tanto amaba le hacían bien pero de cierta forma lo estaba abrazando demasiado fuerte.
Diavolo solía restringirle levemente la respiración a su pequeño amante mientras dormían, usándolo como una especie de peluche para dormir y abrazar.

Era de día, la luz se filtraba levemente por las cortinas y a pesar de su incómoda posición entre los fuertes brazos del pelirrosa, no quiso moverse.
Verlo dormir era todo un deleite para el pecoso. Las facciones del contrario eran finas y remarcadas, sus pestañas largas cubrían parte de sus mejillas con sus ojos cerrados y su cabello lucía suave y sexy al caer sobre su rostro. Lo observó por mucho rato, pensando en todas las cosas que habían sucedido últimamente.

Su vida había cambiado radicalmente y todo comenzó con la entrada de Diavolo a su vida. Le gustaba como marchaban las cosas pero comenzaba a sentir una excesiva dependencia hacía el jefe.
Le daba miedo depender ciegamente de él, quizá pronto comenzaría a realizar otras cosas por su cuenta.

Recientemente empezó a enviar currículums a distintos empleos que se parecían a los que ya había tenido con anterioridad: vendedor, empleado de comida rápida e incluso una vez fue chófer en una distribuidora de artículos electrónicos. Ese último trabajo lo terminó volviendo paranoico, escuchaba todo el tiempo el sonido de un teléfono sonando solo por el hecho de trasladar de un lugar a otro dichos artículos.

Mientras pensaba en todas esas cosas observó como de a poco el mayor se removía, indicando que estaba despertando. Apenas abrió sus ojos color esmeralda vió como Doppio lo miraba fijamente, en parte porque le encantaba mirarlo y también porque se encontraba sumido en sus pensamientos.

- Buenos días cariño.- su sonrisa de medio lado era tan sexy, distraía al joven.

- B-buenos días.- se sonrojó al sentir algo extraño a la altura de su abdomen, algo duro. Probablemente era la erección matutina de Diavolo que se presionaba con ese abrazo.

- ¿Pasa algo? Tu carita está roja.

- ¡Nada! Debo ir al baño.- se levantó de golpe para escapar de esa tentación y sintió un dolor punzante y fuerte en sus caderas y en su entrada. Las secuelas de la noche anterior se sentían en todo su cuerpo.

- Ahhh, duele mucho.- cerró sus ojos con fuerza y trató de incorporarse con más cuidado.

- ¿Estás bien? Creo que me excedí anoche.- el jefe sonaba preocupado pero en el fondo siempre ha querido darle duro a su tierno novio.

- No me duele tanto, solo debo ser más delicado. Vuelvo en un momento.- mientras estaba en el baño escuchó como un teléfono celular sonaba. Asumió que se trataba de Diavolo y se entristeció un poco, de seguro era de su empleo avisándole que debía ir a trabajar.

- Ya volví...¿Debes irte ya?.- volvió a recostarse a su lado, quería aprovechar el tiempo juntos. El teléfono volvió a sonar pero no era el de Diavolo, era el de Doppio. Tenían el mismo ringtone.

- Te están llamando a ti cariño, deberías responder.

- ¡Es verdad!.- al contestar la llamada escuchó una voz servicial y monótona al otro lado de la línea.

- Buenos días, ¿Hablo con el señor Vinegar Doppio?
- S-si, soy yo ¿Con quién hablo?
- Lo estoy contactando por medio del número que ha dejado en el currículum, para el puesto de cajero en el minimarket.
- Ohhh, ya recordé.
- ¿Puede presentarse a la entrevista mañana a las 10 am?
- Por supuesto, ahí estaré.
- Muchas gracias.

I am the emperor [Doppio x Diavolo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora