Arrodillate.

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Al volver a casa luego de su prolongada conversación, la mente de Doppio había colapsado. No sabía que sentir, ¿Vergüenza? ¿Alegría? ¿Inseguridad?. Pero lo que sentía en estos momentos era distinto a todas esas emociones: su corazón palpitaba más fuerte que cuando sentía vergüenza, ansiedad o algún ataque de nervios: una sonrisa desbordante (muy impropia de él) y un rubor adornaban su rostro como nunca antes.

Había tenido la conversación más larga por mucho tiempo, y además, intercambiaron números de celular con la esperanza de que se volvería a encontrar con él. Durante toda la mañana prácticamente no dejó de pensar en Diavolo: en sus ojos sombríos pero a la vez teñidos con una mirada especial, que rozaba lo erótico, en su boca perfectamente esculpida y tintada del tono más negro jamás visto, en su cuerpo atlético y en su imponente estatura. En su olor, que amenazaba con convertirse en su aroma favorito. Emanaba elegancia en cada centímetro de su cuerpo.
Pero no era solo una cara bonita. A juzgar por como conversaba y por el breve resumen de su vida, era una persona honesta, amable, gentil y responsable.

A pesar de todo lo que Doppio pensaba de su nuevo contacto telefónico, algo en él le decía que este escondía algo. Una parte de su personalidad era un secreto.

"¿Por qué?" se preguntaba Vinegar repetidas veces. Cuál era la razón de sentir esto por un desconocido hasta apenas unas horas, qué era lo que tenía Diavolo que tanto aturdia al joven pecoso.

El reloj marcaba las 9:45 am cuando el cansancio, el torbellino de emociones recientemente vividas y la falta de un buen descanso en la cama prácticamente obligaron a Doppio a lanzarse a su cama.
Boca abajo, con las converse y la ropa aún puesta, teléfono en mano colgando por un borde de la cama, en esa posición el joven se quedó profundamente dormido, dejando caer su móvil al piso suavemente.

Un ruido nuevo y fuerte fue sacando al joven de cabellos morados lentamente de su sueño. Era su ringtone, el cual había escuchado esta mañana por primera vez. Pensó que era otra más de sus extrañas alucinaciones, pero algo era distinto esta vez. El sonido de la llamada era otro; siempre escuchaba un clásico "ring ring", pero este sonido era el mismo que Diavolo le hizo escuchar.

Quería ignorar el sonido y seguir durmiendo, pero al dejar de lado su adormilado estado, se levantó precipitadamente en busca del dichoso celular. Lo encontró en el suelo, y la pantalla proyectaba el nombre de su nuevo amigo. Contestó inmediatamente por miedo a que le colgara.

- Hasta que por fin contestas Doppio.- dijo la otra voz ya bastante conocida al otro lado de la línea.

- S-señor Diavolo ¿Es usted?.- Vinegar se encontraba aturdido aún por el sueño arrebatado tan violentamente, y por el hecho de que el mayor lo haya llamado tan pronto, mejor dicho, que lo haya llamado siquiera. Pensó que le había pedido el número por mera cortesía y no por verdadero interés.

-¿Qué fue lo que dije en la mañana? No me digas señor ni usted ,no lo volveré a repetir.- Diavolo fue enfático al decir estas palabras, pero aún asi su tono de voz dejaba entrever diversión y afabilidad.

- L-lo siento mucho...no quería molestarte.

- No me molestas. Espero no haber interrumpido nada importante. La verdad es que esperé hasta estar libre para poder llamarte, quería invitarte a salir si no te molesta.

Doppio no creía lo que acababa de escuchar, lo estaba invitando a salir A ÉL, quien se consideraba inferior a todo el mundo e indigno de cualquier clase de interés por parte del "jefe" (Vinegar empezó a nombrar así a Diavolo en la intimidad de su mente, "jefe". No quería ser desobediente y decirle "señor" pero tampoco quería sentirse irrespetuoso y decirle Diavolo a secas). Debía ser rápido y contestar pronto, pues temía que el mayor se cansara de esperar y colgara.

I am the emperor [Doppio x Diavolo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora