Perdón (+18)

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Quizá había vuelto la inseguridad que tanto acompañó a Doppio en su adolescencia o quizá jamás dejó de sentirse así.
Había pensado ilusamente que con la llegada de Diavolo a su vida, sus penas quedarían atrás para abrirle paso al amor y la esperanza. Pero no fue así.
El problema no era el jefe, el problema era él. No importa cuanto lo amaba ni que tan feliz lo hiciera, si Vinegar no confiaba en su pareja nada resultaría.

El conflicto que tuvieron ambos para una persona normal quizá no hubiese significado tanto, pero para el pecoso significó un apocalipsis.

Después de la tormenta viene la calma y ahí se encontraba, recostado en el pecho desnudo del pelirrosa mirando hacía la ventana. Había parado de llorar hace pocos instantes y ahora no sabía cómo volver a retomar una conversación normal. 
Escuchar los latidos del corazón de su amado lo tranquilizaban y sentir como su respiración acariciaba sus delgados cabellos púrpura lo hacían sentir protegido.

- ¿Te sientes mejor?.- Diavolo decidió romper el silencio que ya comenzaba a incomodarlo. Quería decir tantas cosas pero no podía, pues no sabía cuál de sus acciones causaría más desesperación al joven.
Volvía a sentirse culpable pero esta vez por intentar forzarlo a tener sexo.
Normalmente el forcejeo en las relaciones lo excitaban muchísimo, pero esta vez se maldijo a si mismo por ser tan caliente y lujurioso.

- S-si... perdóname.- desvío su mirada de la ventana para volver a esconder su rostro en el pecho del contrario.

- No tengo nada que perdonar, más bien perdóname tú a mí por intentar obligarte, eso no estuvo bien.

- Tranquilo, ya pasó.- decidió hacer contacto visual. La mezcla entre los ojos verdes y ojos ámbar era realmente seductora para Diavolo.

- Eres tan dulce, quiero probarte por siempre.

- ¿Por siempre?

- Sí, por siempre.

- Eso es mucho tiempo en verdad.- el estómago de Doppio rugió de pronto, dejándolo en vergüenza. Se sonrojó hasta las orejas pero tenía mucha hambre y había ignorado satisfacer la necesidad tan básica de alimentación durante todo el día.

- ¿Tienes hambre?.

- S-si, perdón.

- No te disculpes más, ¿Quieres que te prepare algo o pedimos a domicilio?.

- A domicilio, que ni sueñes que te vas a levantar de esta cama.- adoptó un tono autoritario que en realidad le parecía muy tierno al más alto pues no intimidaba en lo absoluto, parecía una especie de conejito enojado.

- Ehh ¿Y por qué no me puedo levantar?.

- Porque estás enfermo y tienes mocos.

- Jajaja, no aún no tengo.

- Me levantaré.- la expresión divertida en el rostro de Diavolo pasó a la preocupación en un instante. Retuvo con sus manos las caderas del pecoso, sobresaltandolo.

- No, quédate aquí.

- Pero debo hacer la llamada al delivery, tengo hambre y tú también deberías comer algo.

- Haz la llamada desde la cama.

- Quiero ir al baño además.- sus mejillas volvieron a ruborizarse, parecía semáforo poniéndose rojo a cada momento.

- Está bien... anda.- se rindió por fin y se tumbó en la cama, cubriendo sus ojos con su antebrazo.

- ¿Sucede algo?.- el pecoso lucía preocupado mientras se levantaba de su cama.

I am the emperor [Doppio x Diavolo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora