Me gustas.

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- ¿Qué... qué quieres decir?.- el joven se encontraba completamente desconcertado.

- Obedeceme, no preguntes más.- Doppio hizo caso de esas palabras y se arrodilló hasta quedar frente a la entrepierna del mayor.

- ¿Ahora... qué debo hacer...?.- El joven arrodillado se encontraba profundamente avergonzado, nervioso, agitado y más sonrojado que nunca.

- ¿Qué crees tú que deberías hacer?.-Diavolo se acercó aún más a Doppio, aproximando así la parte más erótica de su cuerpo al rostro del menor. Esto descolocó a Vinegar, pues sabía a qué se refería el jefe. Si bien el chico era virgen y jamás había dado un beso siquiera, conocía la pornografía. Nunca se masturbó, la veía por curiosidad, pues ver eso jamás le produjo nada, ninguna sensación.
Ese hecho era deprimente para él, sentía que tenía un problema hasta en ese sentido, por eso solía ver esos vídeos en busca de algún tipo de excitación.
Lo que no lograban esos vídeos lo estaba logrando Diavolo en estos momentos, pues todas las sensaciones que el chico estaba experimentando se comenzaban a manifestar de forma física. Como si recibir las órdenes del jefe fueran el más poderoso afrodisíaco, Doppio estaba sintiendo una extraña presión en su entrepierna, algo en él se estaba despertando. Estaba convencido de que debía hacer lo que tanto había visto por vídeos: un oral.

Ignorando a su cuerpo, el joven se apartó del más alto y lo miró a los ojos

- ¿Cómo puedes pedirme eso...tan de repente? ¿Crees que es así de fácil? Enserio no te entiendo...

- Oye, espera. Yo me refería a que me secaras el agua que me tiraste encima, te traje aquí porque sería extraño que lo hiciéramos afuera, ¿Qué pensaste que te estaba pidiendo?.- Diavolo se sentía y se escuchaba divertido por la reacción de su joven amigo, pero aún así no abandonó el tono que siempre lo caracterizaba, su voz en sí era muy sensual.

Doppio se apenó muchísimo. Su erección bajó de inmediato a causa de la culpa y enojo que sintió por pensar mal, por malinterpretar todo y quedar en ridículo. Bajó la mirada, no quería seguir observando los ojos del jefe. Antes de continuar hundiéndose en sus oscuros pensamientos, Diavolo se arrodilló ante él hasta quedar a la altura del más joven, lo tomó de la barbilla para que este volviera a mirarlo, se acercó hasta su oído derecho y mencionó:

- Por ahora quiero que me seques, pero muy pronto te pediré aquello tan obseno en lo que estabas pensando.- Sentenció esas palabras con la más erótica de las voces que el pecoso había escuchado jamás.- Ahora, haz lo que te he pedido, me voy a resfriar si sigo así.

Doppio se quedó en blanco (otra vez). Pensaba que en cualquier momento iba a explotar por tantas emociones nuevas que había vivido en tan poco tiempo. No quiso contestar aquel comentario tan atrevido que lanzó el contrario y decidió obedecer.

Diavolo se incorporó y adoptó la pose anterior dejando al joven frente a su entrepierna nuevamente , le dió las toallas de papel al joven que se encontraba en el piso y esperó a que su petición fuera concebida.
Vinegar comenzó a dar toques absorbentes al pantalón mojado, y lo hizo sin realizar contacto visual por lo menos por dos minutos. Estaba en silencio, no quería hablar.

- Mírame.

- ¿Por qué quieres que lo haga? Ya estoy haciendo lo que me pediste...

- Porque me gusta ver tu rostro.

- ¿Te estás burlando de mi?.- Doppio levantó la cabeza, algo molesto. Ya empezaba a pensar con seguridad de que Diavolo quería incomodarlo y molestarlo. Si bien era amable con él, creía que solo quería divertirse con un joven tímido y sumiso, haciéndolo pasar vergüenzas.

- ¿Qué te hace pensar eso?

- Por lo que dices. Creo que solo quieres verme incómodo frente a ti.

I am the emperor [Doppio x Diavolo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora