Capítulo Veintitrés. Mundo Onírico

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Crucé calle dispuesta a salvarlo pero, ¿llegaría a tiempo?.

-¡Hadid! ¡No!

El día en que comprendí que me me quedaban dos años para alcanzar la treintena, sentí dos cosas. Una y primera de todas, miedo a la muerte por primera vez así que Lazard hacerme vegana como toda mi familia política. La segunda fue quedarme baldada un día mientras cogía en brazos a Helen. Fué ahí cuando "me convertí".

Os preguntaréis porque llegué a estas conclusiones justo en el momento en que una moto estaba a punto de arrollar al desconfiado/idiota de mi marido pero es que en el preciso instante en el que salté hacia él para apartarlo del vehículo, supe que la fuerza del amor podía más que cualquier dieta. Nada como ella para impulsarte a dar el salto. En mi caso, unos de los más importantes. El que salvó la vida de Hadid.

-¡Joder, Hadid! ¿Acaso eres idiota?.

-¡Lily, tenemos que salir de aquí ya!

-¡Obvio!. Siempre te he dicho que es una carretera de locos.

-Parece que estos hoy es más de locos que nunca.

Se levantó del suelo y de un tirón me llevó hasta la acera.

-Debemos ir a buscar a Helen.

-Creo que antes debemos ir ver a Lazard. ¡Tienes sangre en el brazo!.

-Podemos hacer ambas cosas pero con rapidez. Tengo un mal presentimiento.

-Hadid, no me voy a mover de aquí hasta que no me digas qué pasa.

-Una decisión de la cual te arrepentirás toda la vida. Lo siento, Lily.

-¿Por qué?.

-Por esto.

Me cogió en brazos de nuevo, como solía hacer cuando éramos novios acarreándome hasta nuestra casa mientras escuchaba mis protestas. Por suerte, vivíamos cerca. De lo contrario, media Marrakech pensaría que me estaba secuestrando.

-¡Hadid!-protesté ya en el portal de nuestro pido-. Dime qué coño está pasando.

-Sube corriendo a por Helen. Te espero con el coche en dos minutos.

Tan desesperado lo ví que no quise ni protestar. ¿Qué pasaba?. No tenía ni idea pero subí las escaleras hasta ña casa de nuestra vecina. Horror fue lo que sentí al ver la puerta venida abajo y a la buena de Aanisa tirada inconsciente en el suelo.

Mi primer instinto fue tomarle el pulso. Ya sabiendo que seguía viva, fuí a buscar a Helen.

-¡Helen!. ¡Helen!.

No había respuesta. Bien sabe el Universo que rebusqué por todas las esquinas habidas y por haber pero mi hija no estaba en ninguna de ellas. Desesperada, me senté en una esquina a llorar. No supe el tiempo. Sólo sé que Hadid llegó a buscarme y me desmayé en sus brazos. Mi preciosa hija perdida, mi más bello tesoro desaparecido.

Durante mi desmayo, perdí la noción de las horas o los minutos, todo parecía muy denso. Un ambiente que te impregnaba impidiéndote la movilidad, dificultando la huída.

Todo parecía oscuro, cargado, sin vida o nada similar pero, hasta en medio de algo tan inerte como estaba siendo mi sueño, había hueco para algo de luz.

Un lago oscuro, de aguas profundas y calmas apareció de repente, mostrándome en sus aguas una imagen.

La pequeña Helen, con sus increíbles y profundos ojos azules, jugaba en una casa, muy parecida a la nuestra tranquilamente mientras cantaba alguna de las miles de canciones que solía inventarse espontáneamente, mitad en árabe, mitad en inglés.

Sonreí al verla. Mi querida hija era la dulzura en persona y yo me enorgullecía de ello. Quizás su calma y serenidad viniese al fin y al cabo de mi madre. Ella era un ser de luz tan bondadoso como lo era Helen. Mis recuerdos, casi me hacen llorar de ilusión pero, aquel remanso onírico era al fin y al cabo, una pesadilla, o una intuición que cambió el rumbo de la historia haciéndome ver a Helen mirando fijamente a Fiona Halal mientras esta la torturada.

-No importa que me hagas, Fiona. Mis padres sabrán la verdad. La verdad que tu padre esconde.

-Lo dudo. Estarán tan rotos por tu muerte que no tendrán tiempo para descubrir ninguna verdad.

¿Un momento? ¿Cómo que la muerte de Helen?.

La imagen se difuminó para dar paso a otra. Más bonita y más gélida a la vez pues era precisamente lo que no quería ver.

-Helen, preciosa. ¿Has venido a verme?.

-Abuelita, hacía tiempo que no soñaba contigo. ¿Cómo estás?.

-Un poco triste si te digo la verdad.

-¿Qué es lo que te pasa?.

-Me pasa que esto no es un sueño, pequeña. Esto es real. Estás en el misno lugar en el que yo estoy.

-¿Entonces estoy muerta?.

-Sí y no. Sólo tú debes decidir qué hacer. Quedarte aquí o volver con tus padres.

-En la Tierra hay gente mala, abuela. Los que me hicieron esto, lo que os hizo Omar....

-Pero también hay gente buena y son precisamente esos los que más abundan. Tienes unos buenos padres que te aman con locura y tú tienes un don que les será de gran ayuda. Aún así, eres tú quien tiene la últina palabra.

Mi hija se quedó pensativa mientras miraba a Helen Brown. ¿Aceptaría irse con ella?.

La respuesta vino segundos después. Tomó la mano de mi suegra y juntas se desvanecieron. A partir de ahí, todo fue cada vez más negro.

¿Mi pequeña hija muerta?. ¡Por favor que sea un sueño! ¡Por favor que no sea real!

Y llegó ella....((COMPLETA))#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora