EPÍLOGO

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Jen apenas lleva tres días trabajando en el Departamento de Demografía de Femtania. Con sus dieciséis años se siente orgullosa de haber encontrado un trabajo que le gusta.

No es gran cosa, solo tiene que fecundar gametos femeninos y masculinos e insertarlos en una máquina tras rellenar unas fichas.

Llega en autoavión al gran edificio blanco, saluda a sus compañeras y se mira en el espejo mientras se pone la bata en el vestuario. Se recoge la cabellera pelirroja en una trenza mal hecha y entra en su cabina de trabajo.

Prepara las fichas virtuales encima de la mesa y sale nuevamente hacia lo que se conoce como la Sala de Mantenimiento de Gametos, que consiste básicamente en pasillos llenos de gametos femeninos y masculinos donados por habitantes de Femtania y Homotania.

El único trabajo emocionante que tiene Jen es escoger aleatoriamente los óvulos y los espermatozoides que le corresponden por día. Se cruza con su compañera Allie y le sonríe en uno de los pasillos.

Jen cuenta hasta siete y alarga el brazo. Coge la primera cápsula de gametos femeninos que toca y hace lo mismo con los masculinos.

Seguidamente, vuelve a su cabina de trabajo para fecundarlos. Pero antes tiene que rellenar las fichas y para ello debe poner los nombres de los donantes. Revisa las etiquetas: en esta ocasión, los padres de la futura criatura serán unos tales Grace y Alan.

Asiente a la vez que aprueba para sí misma en voz alta:

—Bonitos nombres.

Jen continúa con su tarea.

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