Capítulo 8 (Amanda)

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La puerta del ascensor se cierra y mi misión está cumplida Cuando me doy la vuelta me lo encuentro a Ricky que me está mirando con una gran sonrisa y me dice:

—No lo puedo creer cuando lo vi salir del ascensor sin los auriculares y hablando o mejor dicho peleando con vos casi me muero—

—Si vi tu cara, por eso me abalance para presentarme tuve miedo que digas algo que haga que Alejandro se dé cuenta de lo que estaba haciendo. — le digo con una sonrisa.

—Sí, casi ¿Cuánto hace que trabajas para Alejandro, nunca te había visto?—

—Oficialmente empecé el martes, por eso no me viste. —

Veo que Ricky me va a decir algo, pero se contiene, así que eso lo tomo como una señal de retirada.

—Bueno Ricky, mi misión acá está cumplida, así que me voy al super a comprar un par de cosas y después al departamento a cocinar lemon pie. Después de hacerlo renegar, no creo que lo ponga muy feliz si le digo que no lo hice—

— ¿Querés que te lleve? Alejandro va a estar un par de horas ahí arriba, así que estoy libre. —

—No quiero complicarte, voy caminando y después me vuelvo en un taxi, no te hagas problema—

—De verdad Amanda, yo ahora me iba a ir a hacer tiempo en un bar que hay a unas calles de acá. En lugar de eso te acompaño. —

—Bueno, como quierastengo que comprar pocas cosas. La compra grande la voy a hacer mañana—

—Si querés podés comprar todo hoy. Con Ramona, comprábamos todo y después el super lo mandaba al departamento. 

—Es que salí tan rápido que no sé si agarre la lista que hizo Claudia, espera—le digo y empiezo a buscar en mi cartera.

—No, no la traje—

—Mañana te traigo, no hay problema— me dice Ricky con una sonrisa amistosa. Y haciéndome una ademan con la mano me dice:

—Dale, subí que te llevo a comprar y después al departamento. —

—Dale, gracias ¿Puedo viajar adelante? No me gusta viajar atrás—

—Por supuesto—

Me subo en el asiento del copiloto y me pongo el cinturón de seguridad. Ricky después de acomodarse pone el auto en marcha y sale del estacionamiento. El viaje es muy corto, ya que el supermercado está a una manzana de distancia. Pero eso no impide que nos pongamos a hablar:

—Y bueno Ricky, contame, Cuándo no sos el chofer de Alejandro ¿Qué sos?—

—Soy esposo y papá—

—Ay qué lindo, ¿papá de qué?—

—De una nena de dos años, Ámbar es la luz de mis ojos. Realmente no sé cómo pude vivir treinta años sin ella—

—Me encanta escuchar a los hombres hablar con tal enamoramiento de sus hijos—

—Sí, esa es la definición, estoy enamorado de dos mujeres—

—Me alegra mucho escuchar eso—

— ¿Y vos?, cuando no sos ama de llaves o estas sacando a tu jefe del edificio sin que le agarre un ataque de fobia ¿Qué sos?—

—No mucho, soy solo hija no estoy casada, ni tengo novio ¡gracias a Dios!, ni tengo hijos—

— ¿Por qué gracias a Dios? ¿Alguna mala experiencia con algún miembro de mi género?—

— ¿Te dice algo, orden de restricción?—

—Lo siento pero pensá que no todos los hombres son iguales, yo me meto un tiro antes de hacerle daño a mi mujer—

Alejandro  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora