Capítulo 17 (Alejandro)

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Estas últimas semanas fueron de terror, después de ese sábado que hable con Amanda y me dijo que no podía volver porque estaba enamorada de mí, me corto y apago el celular. Creí volverme loco.

Jamás me sentí tan encerrado como lo hice en esos días, quería salir a la calle a buscarla, pero me era totalmente imposible, lo más lejos que llegue fue al hall del edificio, pero en cuantito se abrió el ascensor y quise dar un paso fuera, el pecho se me cerro y tuve que volver a mi cárcel, eso fue el primer domingo, después que volví a subir, con un enojo conmigo mismo imposible de controlar, los recuerdos que tengo son vagos, lo único que se con seguridad, es que me tome todo el alcohol que me entro en mi sistema.

A la mañana siguiente me encontró Claudia y Ramona tirado en el sillón con un par de botellas vacías tiradas en el suelo y con una resaca que jamás tuve en mi vida, ni la pienso volver a tener...

Ramona, sin decir ni una palabra, me ayudo a ponerme de pie y me llevo al baño para que me dé una ducha. Sé que estaba enojada y si hubiese tenido quince años me hubiese dado flor de paliza, pero se dedicó a mirarme de vez en cuando frunciendo el ceño y a ayudarme a poder trasladarme sin matarme en el intento. Cuando llegamos a mi habitación, me senté en la cama mientras que ella ponía a llenar la bañera, unos minutos después vino a donde estaba yo y sentándose a mi lado me pregunto muy seca:

— ¿Qué paso?—

—Está enamorada de mi...— le conteste sin darle vueltas en un murmullo.

—Ah, eso explica tu estado...— me dice con sarcasmo.

—No va a volver, dice que es lo mejor... la llame mil veces, pero tiene apagado el teléfono. — le digo con la voz quebrada.

Ramona se acerca más a mí y me abraza. No lo puedo evitar, me arrodillo en el suelo y apoyo la cabeza en su regazo, como cuando era chiquito y me pongo a llorar. Creo que no había llorado así desde que murieron mis padres. Ramona acariciaba mi pelo sin decir nada.

— ¿Qué voy a hacer Ramona? Creo que me enamore de ella...— le digo casi sin poder respirar.

— ¿Crees?— me dice con una sonrisa en los labios.

—No me atiende el teléfono, ayer quise salir a buscarla pero solo llegue al hall, no puede salir del ascensor...—

—Ya vamos a solucionar esto, pero primero tenés que ponerte bien, arreglar este desastre que sos ahora. —

—No veo soluciones... si no viene ella, yo no voy a poder ir a buscarla...—

—Ahora andate a bañar, mientras, te preparo un café bien cargado y un ibuprofeno. Después cuando vuelvas a ser persona vamos a ver qué podemos hacer para solucionar esto. — me dice mientras tira de mi para ayudarme a ponerme de pie.

—Gracias Ramona...—le digo mientras que la abrazo.

—Gracias hacen los monos... ahora andate a bañar, que apestas...— me dice separándome y luego dándome una palmada en el culo.

Le hice caso, me fui a bañar, tenía razón, apestaba. Después de sacarme la ropa que llevaba conmigo dos días, me metí en la bañera. El agua estaba caliente y me ayudo a relajarme. Aunque mi cabeza no paro de pensar ni un momento.

Salí cuando el agua ya se sentía fría y tenía la piel como pasa de uva. Me vestí y me fui a la cocina, donde estaba Ramona y Claudia cuchicheando. Cuando entre las dos se callaron la boca, evidentemente estaban hablando de lo irresponsable de mis actos por haber tomado así... Así que no dije nada, solo me senté en una de las banquetas y me tome el café que me dio Ramona con el ibuprofeno. Ninguno de los tres dijo nada, sorprendentemente Claudia tampoco, lo único que dijo cuándo salió de la cocina para ir a poner ropa a lavar fue:

Alejandro  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora