Capítulo 6 (Amanda)

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— ¿En dónde habrá metido Claudia la sartén? — murmuro mientras revuelvo en el bajo mesada. Tendría que estar colgada en su gancho sobre la isla de la cocina, pero en su lugar está colgado en repasador Estoy segura que anoche cuando acomode las cosas eso no estaba ahí ¿habrá sido Alejandro que lo puso ahí?

—Buenos Días ¿Qué estás haciendo metida dentro del bajo mesada? — dice Alejandro detrás de mí.

—Estoy buscando la sartén, no está colgada en su lugar y no la puedo encontrar—

— ¿Queres que te ayude a buscar? — me dice y su voz se escucha muy cerca. Me pongo de pie dándole la espalda y le contesto:

—No te hagas problema, uso otra cosa y después la sigo busc— dejo colgada la palabra a medio decir cuando siento los brazos de Alejandro envolviendo mi cintura y acercándome a su pecho.

—Es una lástima, a mí me hubiese gustado mucho poder ayudarte a buscarla— sus manos comienzan a moverse en mi vientre, acariciándome. Me tenso, no puede ser que esto esté pasando.

—Alejandro, creí que ayer deje en claro que yo no— Alejandro me interrumpe diciendo:

— ¿Qué vos no qué? — con un movimiento rápido me hace girar para que quede enfrentada a él.

Cuando lo miro a la cara, el pánico se apodera de mí, el que me está abrazando no es Alejandro, es Marcos

— ¿Qué estás haciendo acá Marcos? ¿Quién te dejo entrar? —

— ¿De verdad pensaste que te ibas a liberar de mí? — me aprieta más contra su cuerpo.

— ¡Dejame! ¡No quiero que me toques! ¡No podes estar acá voy a llamar a la policía! —

Se ríe en forma estridente, haciendo que se me erice toda la piel del cuerpo, Marcos lo nota y acercándose a mi oído me susurra:

—Veo que te sigo gustando, sigo provocando que te agarre escalofrío cuando te toco— me besa detrás de la oreja.

Comienzo a llorar, mientras que forcejeo para que me suelte, sin lograr que siquiera se mueva.

—Marcos dejame por favor, ¿no te alcanzo todo lo que me hiciste? —

—Nunca voy a tener suficiente de vos nunca. — susurra mientras que me besa en el cuello y comienza a subirme la blusa acariciándome la piel de la espalda.

El pánico se apodera de mí y comienzo a gritar pidiendo ayuda con todo el caudal de mi voz. Pero nadie viene a ayudarme.

—No te gastes, no hay nadie, al menos vivo— se ríe bajito, con esa risa que me da tanto pánico.

— ¿Qué hiciste? —

—Nada que ese hijo de puta no se mereciera, por mirar lo que es mío— me toma de un mechón de pelo de mi nuca haciendo que levante la cara para que lo mire.

—Vos sos mía. Y si no lo sos, no vas a ser de nadie más—

Vuelvo a gritar pidiendo ayuda mientras que lloro en forma descontrolada, cierro los ojos fuertemente, como si eso sería suficiente para que todo esto desaparezca.

Marcos me sacude mientras que me dice:

—Abrí los ojos y mirame. Sabes que me gusta que me mires a la cara—

Pero no estoy dispuesta a hacerlo, no lo quiero ver nunca más en mi vida.

— ¡Amanda, abrí los ojos! ¡Amanda, vamos, abrí los ojos! — me sigue sacudiendo pero esta vez mas suavemente.

Alejandro  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora