Capítulo 29 (Alejandro)

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Los días pasan y nosotros cumplimos rigurosamente nuestra rutina, merendamos juntos y después antes de cenar bajamos al hall del edificio y tratamos de salir un poco más cada día, o mejor dicho, yo trato de salir un poco más cada día. Realmente es asombroso el adelanto que vengo haciendo en este tema, sin ir más lejos anoche llegue a la vereda. A muchos le parecerá una estupidez, pero para alguien con el problema que tengo yo, es absolutamente un mundo.

El proyecto del hotel viene viento en popa. Después de todo no va a hacer falta tantas remodelaciones como yo pensaba. En realidad es Amanda la que me sugirió que conserve gran parte de la estructura original. Así que decidí modernizarlo distinto. Cosa que la hizo sumamente feliz y por ende me hizo feliz a mí.

Lo mejor de todo es que la fecha de inauguración de adelanto un par de semanas y eso si me tiene nervioso. Quiero estar lo suficientemente bien como para poder ir con Amanda y ser el anfitrión del evento. Obviamente Amanda me está ayudando con eso también. Se la ve muy entusiasmada con todo esos preparativos. Y ese es otro de los motivos por el que quiero estar mejor, sé que si no voy yo, ella no va a querer ir y no me lo perdonaría si ella no fuese.

Con Amanda las cosas están mucho mejor, diría que muchísimo mejor. Después de esa conversación en la que me explico que era lo que estaba sintiendo con respecto a nuestra relación, ese conflicto de roles, puse cierta distancia durante el día, o como ella me dijo después "dejar las manos quietas" aunque sea un poco, cosa que la tiene más relajada y ahora sí puedo decir que se la ve feliz y sobre todo cómoda con nuestra relación.

Amanda es absolutamente todo lo que quiero y necesito. Ella es perfecta para mí.

Después de que Claudia se va, y doy gracias por eso, hoy estuvo mucho más insoportable de lo que es de costumbre. Me adelanto y voy a la cocina antes que Amanda termine de preparar nuestra merienda, tengo ganas de probar algo distinto.

Cuando entro a la cocina la encuentro escuchando música con los auriculares bluetooth que le regale. No hay cosa que me guste más, que verla bailar moviendo las caderas totalmente compenetrada en la música que está escuchando. Me acerco con cuidado de que no me vea y tomando su celular lo conecto al sistema centralizado que tiene el departamento, así que la música que estaba escuchando hasta ese momento ella sola, comienza a sonar por los parlantes del departamento. Amanda sacándose los auriculares se da vuelta sin entender nada y me mira.

— ¿Qué paso? —

—Nada, solo quería bailar lo que sea que estas escuchando. Pero es medio difícil si no escuchas la música...— le contesto acercándome a ella.

—No me vas a decir que bailas salsa...— me dice sonriéndome.

—No sé porque te asombra... Tengo más habilidades de las que te podes llegar a imaginar. —

— ¿A si? ¿Y el baile es una de ellas? —

Le tiendo la mano, invitándola a bailar y ella con la mirada iluminada la acepta.

—Aja...— le digo tomándola por la cintura y comenzándome a mover.

Comenzamos a bailar en la cocina y terminamos en el living. Amanda tiene una gran sonrisa en los labios y me encanta verla así. Daria todo lo que tengo por verla siempre así.

— ¿Y se puede saber en dónde aprendiste a bailar tan bien? — me pregunta y comienza a reírse mientras que la hago girar.

—Cuando íbamos a la facultad con Juan Pablo, los fines de semanas me llevaba de caza y como él decía, teníamos que tener un amplio espectro... íbamos a bailar a casi todos los boliches de capital y gran Buenos Aires. Así que tuve que aprender a bailar de todo. Aparte en un momento andaba detrás de una cubana que trabajaba en un boliche, así que no me quedo otra que aprender a bailar salsa, algo de merengue, chachachá, no soy un excelente bailarín pero me defiendo, como para no pasar vergüenza. —

Alejandro  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora