Capítulo 31 Alejandro

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Día a día, voy tratando de avanzar en esta lucha que tengo con la agorafobia. Es una guerra en la que tengo días muy buenos y otros que no lo son tanto. Sé que esto va a ser una lucha, prácticamente, de por vida, pero que estoy dispuesto a luchar.

Con Amanda todas las noches salimos a la calle y tratamos de ir un poco más allá de hasta donde llegamos la noche anterior. No voy a decir que no me cuesta. Muchas veces tengo que luchar por no darme la vuelta y volver a mi departamento. Pero ella me da la fuerza y el incentivo para tratar de estar mejor. Basta con mirarla a los ojos y ver en ellos toda esa esperanza que está poniendo en mí, para que respire profundo y trate de superarme un poco más.

El hotel está casi listo. Aunque habíamos estipulado que el proyecto iba a llevar un mes más o menos, terminó siendo casi tres meses. Una eternidad. Pero los problemas están, aparentemente, superados en su totalidad y eso nos deja en la recta final. Cosa que me tiene nervioso por varias razones, por un lado está el hecho que es el fin de un proyecto que para mí es muy importante. Y por otro lado, está el hecho que tengo que hacer la inauguración, con todo lo que eso conlleva. Si bien estoy mucho mejor con mi fobia, no quita que ese día con la ansiedad y todo lo demás, haga una crisis y no pueda ir o, peor aún, haga una crisis frente a los invitados. De solo pensarlo me falta el aire.

La inauguración está estipulada para dentro de dos semanas, ya están mandadas las invitaciones y contratado todo el servicio de catering. Amanda está más que emocionada por encargarse de hacer eso.

Unos golpes en la puerta de mi despacho me saca de mis pensamientos.

—Permiso... te molesto un momento. — me dice Amanda con una sonrisa que le ilumina la cara.

—Te lo voy a volver a decir una vez más, no hace falta que golpees y no me molestás. Decime ¿qué es lo que provoca esa sonrisa tan hermosa? —

—Nada en particular. Solo me siento feliz... —me dice con una sonrisa más grande aún, si eso es posible. —Me confirmaron asistencia a la inauguración cincuenta y seis personas. Fijate si están todos los que querés que asistan...— me dice mientras me entrega una lista. Me encanta lo organizada que es.

Miro la lista de la gente que confirmó y mirándola le digo:

—Hay una persona que no está en la lista y es indispensable que esté. —

Se le empieza a desvanecer la sonrisa mientras que mira atenta la lista que me dio.

—No sé quién se me pasó... — murmura.

—Faltás vos... ¿todavía no confirmaste? — le digo y veo como se le relajan los hombros.

—Qué tonto... me hiciste asustar. Y sí, la verdad que no estoy segura si voy a ir... — me dice sonriéndome.

Sin darle tiempo a nada la tomo de la cintura y la siento en mis piernas.

— ¿Así que no sabés si vas a ir? Lamento informarte que vas a ir. No tenés opción... Y avisale a tu mamá que Ricky la pasa a buscar. —

—No sé si va a ir, estuve hablando con ella y me dijo que no sabía que iba a hacer. —

—Pensé que estaba mejor de salud...— le digo preocupado.

—Está mucho mejor de salud. El tema es que no tiene que ponerse y aparte... —me está diciendo y deja la oración suspendida.

La miro esperando que siga pero no tiene intenciones de seguir hablando.

— ¿Aparte, que...? —

—Alejandro, nosotras somos de otro mundo. Estamos acostumbradas a otras cosas... —

Alejandro  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora