Capítulo 22 (Claudia)

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Salgo de mi casa, esa que comparto con mi mamá y mi abuela, como alma que se la lleva el Diablo, solo llevo conmigo un pequeño bolso con algo de ropa. Lo último que escucho que me dice mi mamá antes que cierre la puerta de un golpe es "Hubiese preferido que te mueras". Esas palabras retumban en mi cabeza una y otra vez. ¿Cómo una madre le puede decir algo así a su única hija, por el solo hecho de ser gay? Aunque en realidad estamos hablando de mi mamá, esa que me culpa por haber nacido, porque por mi culpa no pudo hacer la vida que está destinada a tener... Como si yo hubiese sido la que no se cuidó y encima se enamoró de un hombre de mierda...

La abuela dice que no es así, que simplemente mi mamá es distinta... pero yo sé, porque me lo ha dicho siendo muy chica, que todo lo que ella no es, es culpa mía.

Camino por la calle llorando. La gente me mira, pero lo último que me importa en este momento es lo que piensen esas personas a las que no conozco. Me siento tan aturdida que no se a dónde ir ni que hacer. Siempre me imagine lo que pasaría el día que mi mamá y mi abuela se enterasen de que era homosexual, pero ni en mi peor pesadilla me imagine el rechazo que les provoque. Me limpio con el dorso de la mano las lágrimas que se deslizan por mi mejilla.

Me paro en una esquina, tengo que pensar. No puedo estar dando vueltas a estas horas de la noche, es peligroso. Así que en un momento decido que al único lugar que puedo ir y que sé que no me van a echar, es a la casa de Alejandro. Paro un taxi y me voy a buscar consuelo en los brazos de mi hermano elegido.

Llego al edificio y tras pagar el taxi me bajo absolutamente derrotada. Le toco timbre para que el personal de seguridad me abra la puerta.

—Buenas noches ¿en qué puedo ayudarle? —

—Hola ¿Carlos? —

—Si...—

—Hola Carlos, soy Claudia, del vigésimo octavo piso, empleada de Alejandro Solé. ¿Me podes abrir?—

—Hola Claudia, ahí te abro. — escucho la voz de Carlos a través del intercomunicador.

Se escucha el sonido de la traba de la puerta y esta comienza a abrirse lentamente. No espero que termine de abrir y entro con paso rápido. Como de costumbre entro por la puerta de servicio, y en este momento lo hago sobre todo para no cruzarme con Carlos y que me pregunte qué es lo que me pasa. Pero como era de esperarse, la curiosidad lo supera y cuando voy a cruzar la puerta me lo encuentro ahí parado con un gran signo de pregunta en la cara...

— ¿Qué te paso Claudia? Es raro que estés vos por acá a estas horas de la noche...—

—Nada, me pelee con mi mamá así que vengo a pedir asilo político... — le contesto. Y aunque no es mentira, sé que él espera una respuesta más jugosa.

—Espero que no sea nada grave...—

—No, es una simple pelea de madre e hija. — ahora si le estoy mintiendo esto no es para nada una simple pelea... —Bueno, nos vemos mañana seguramente. —

— Si, seguro. Trata de descansar. — me dice sonriendo.

—Voy a hacer todo lo posible. Hasta mañana...—

—Hasta mañana. — Me saluda Carlos y yo me escabullo rápidamente en el ascensor antes que se le ocurra alguna pregunta.

Aprovecho el trayecto hasta el departamento de Alejandro para tratar de arreglarme un poco. Me miro en el espejo que ocupa una de las paredes del ascensor y mi reflejo me asusta, me veo terrible. Estoy demacrada, y tengo la boca y los ojos hinchados de llorar, lo que queda de maquillaje esta esparcido por mi cara. Por más que lo intente esto no tiene solución. El sonido de una suave campana me avisa que ya llegue, así que respiro profundo y entro usando mis llaves.

Alejandro  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora