No puedo creer que no lo haya escuchado entrar a Alejandro a la cocina. Casi muero de la vergüenza de que me haya visto haciendo esa cosa parecida a un baile... Y cuando me dijo eso que se siente identificado con la letra de la canción, morí... me emociono tanto que casi me pongo a llorar como una tonta. Alejandro se dio cuenta porque sin decir nada se acercó a mí y me abrazó.
Estamos abrazados cuando comienzo a sentir olor a quemado. ¡Los buñuelitos!
— ¡Se me queman los buñuelitos! — le digo soltándolo para abalanzarme sobre la olla con el aceite.
No lo puedo creer, se carbonizaron...
Alejandro comienza a reírse a las carcajadas.
— ¡No te rías! – le digo poniendo los carbones de buñuelos sobre una servilleta mientras que hago un puchero con los labios como si fuese una nena.
—No te pongas así... no pasa nada. – me dice acercándose a mi como para abrazarme pero en lugar de hacer eso, toma mi cara con sus manos y me besa. Me separo de él mirándolo a los ojos y le vuelvo a hacer puchero, cuando voy a hablar, él se acerca nuevamente a mí y sin dejar de mirarme a los ojos muerde mi labio inferior. ¡Por todos los Santos! Mi cuerpo parece vibrar. Estirando uno de sus brazos y saca la olla con el aceite del fuego y gira la perilla para apagar la cocina.
Una de sus manos comienza a acariciar mi cintura y desciende lentamente hasta mi cadera, mientras que me besa suave y sumamente lento. Es el beso más tierno y al mismo tiempo más caliente que me dieron en mi vida. Abrazo su cuello con mis brazos y dejo de pensar, le permito a mi cuerpo que sienta...
Alejandro sin dejar de besarme, desliza hacia arriba un poco la pollera que llevo puesta. Y acaricia mi muslo con una lentitud que me está volviendo absolutamente loca.
Tomándome por las caderas me levanta como si fuese una pluma, me sienta en la isla y se acomoda entre mis piernas.
—Te deseo... — me susurra sobre mis labios. Tiene los ojos cerrados, es como si estuviese esperando mi permiso para avanzar.
— Yo también te deseo...— le contesto en un susurro apenas audible.
Es lo único que necesita para levantarme por las caderas y haciendo que envuelva de mi pierna sobre su cintura me lleva lentamente caminando por los pasillos hasta su habitación sin dejar de besarme.
Nunca estuve tan nerviosa y al mismo tiempo ansiosa.
Cuando llegamos a su habitación, Alejandro me baja haciéndome parar sobre mis pies y mirándome me dice:
—Sos tan hermosa... absolutamente perfecta. — luego comienza a besar mi cuello mientras que desabrocha lentamente mi camisa para luego deslizarla por mis hombros y dejarla caer al suelo. Tiene la mirada cargada de deseo.
Torpemente hago lo mismo con su camisa, para luego dejarla caer al suelo junto a la mía.
Nuestras ropas van cayendo una a una a nuestros pies, nos tomamos todo el tiempo del mundo para desvestirnos, nada ni nadie nos apura. Nuestras manos viajan lentamente por el cuerpo del otro reconociéndonos, disfrutándonos. Acaricio los vellos de su pecho con mis manos y desciendo lentamente hasta sus abdominales. No me quiero perder detalle de su cuerpo y él esta haciendo lo mismo con el mío, acaricia cada una de mis curvas con una parsimonia que hace que se me erice la piel de todo mi cuerpo.
Alejandro es la perfección hecha hombre, todo él es perfecto.
Cuando estamos totalmente desnudos, me toma en sus brazos y me lleva a la cama.
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Alejandro [COMPLETA]
RomansaAlejandro es un joven arquitecto de 33 años, que tras la muerte de sus padres empieza a padecer de agorafobia, impidiéndole que pueda salir de su lujoso departamento. Contrata a Amanda como su nueva ama de llaves, una joven de 27 años, que está esca...