Cuando me quiero dar cuenta es viernes, esta semana paso volando, si bien fue una semana intensa, ya que vino Ramona y después de abrazarme y besarme no sé cuántas veces me dijo que era lo mejor que le había pasado a Alejandro en mucho tiempo, frase que realmente me costó manejar, ya que me puse más roja que un tomate.
Alejandro sigue empecinado en hacerme hacer ejercicio, estoy empezando a pensar que disfruta torturándome, la cosa es que cada vez me cuesta menos y me deja menos invalida, cosa que no es poco... pero es una situación rara todavía, verlo todo transpirado haciendo ejercicio me resulta muy perturbador, y ni hablemos cuando me toca para corregirme, sobretodo la postura, ahí más de una vez dejo de respirar... esa proximidad es insalubre.
Mientras que estoy preparando el desayuno entra Claudia, se la ve terrible, ojerosa y totalmente demacrada...
— ¿Qué te pasa? Te ves horrible...— le digo acercándome a donde esta ella.
—Gracias, vos sí que sabes que decirle a una persona para que se sienta bien...—
—Perdón... tenés razón, soy un animal...—le digo mientras que la abrazo y le pregunto:
— ¿Te sentís bien? ¿Qué tenés?—me separo de ella para mirarla.
—Me siento horrible... tengo una gripe espantosa...—
—Pero ayer estabas bien...—
—Sí, pero ayer a la noche empecé a levantar fiebre y hoy me levante así...—
En eso veo que entra Alejandro a la cocina y parándose en seco cuando la ve le dice:
—Te ves terrible... ¿Qué es lo que te paso?—
—Gracias a vos también... porque no se juntan los dos, soy iguales...—
Alejandro la ignora y yo aprovecho para hacer lo mismo.
— ¿Por qué no te quedaste en tu casa?— le dice Alejandro.
—No podía largarte duro, hoy tenés que ir a la empresa...—
—Holaaaa, ¿para algo estoy acá no?— le digo.
—Si ya sé que estas acá, pero no me pareció bien...—
—Mira petiza, ahora te vas a pedir un taxi y te vas a ir derecho a tu casa...—
—Pero Alejandro, ¿y la comida?— dice sorbiéndose los mocos.
—Holaaaa...— le vuelvo a decir, mientras que le sonrió.
—Está bien... ya veo que no me necesitan. — pucherea.
— ¿Tirando mocos por todos lados? Así no te necesito...—
— ¿Desayunaste?— le pregunto acariciándole la espalda.
—No...—
— ¿Te hago un cortado?—
—Dale, y después me voy...—
Le hago el cortado a Claudia y café para Alejandro, cuando va a la empresa necesita de la cafeína para poder salir, aunque hoy está más tranquilo. Igualmente no pienso decir nada, no lo voy a hacer pensar...
Cuando terminamos de desayunar, Alejandro se va a preparar para irse, hoy tiene que estar temprano, ya que tiene unas reuniones. Mientras que Claudia no puede con su genio y empieza a ver qué hacer para comer:
—Claudia, andate tranquila, me puedo encargar de hacer la comida y de hacer las cosas de la casa... no lo voy a matar de hambre. —
—Ya lo sé... seguramente antes de matarlo de hambre, lo matarías de otra forma mucho más relajante...— me dice con una sonrisa pícara.
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Alejandro [COMPLETA]
RomanceAlejandro es un joven arquitecto de 33 años, que tras la muerte de sus padres empieza a padecer de agorafobia, impidiéndole que pueda salir de su lujoso departamento. Contrata a Amanda como su nueva ama de llaves, una joven de 27 años, que está esca...