No logro entender cómo un rostro tan angelical es capaz de hacer tanto daño sin pensar en las consecuencias de sus actos. Eso confirma una vez más que las apariencias engañan. Y eso era Camila Anderson Smith, un rostro angelical al cual muy pocas ve...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Nosotros no estábamos hechos para amarnos, sino para destruirnos"
—Camila Anderson Smith (Frase totalmente de mi autoría)
CAMILA Los Ángeles California
En mi no encontrarás a una chica asustadiza que intenta esconderse del mundo. Mucho menos la invisible que todos etiquetan como la nerd de la clase y por eso no eres considerado digna o digno para encajar en un buen grupo. Todos me conocen, si, pero no soy esa chica que utiliza la popularidad paseando como tonta con su uniforme de animadora y su novio deportista. No, gracias.
Yo soy esa chica que prefieres tener lejos o pasar desapercipido antes de ganarme como enemiga.
Si intentas hacerme daño procura atinar. Porque si fallas, ten por seguro que yo no lo haré.
Sarcástica, mucho. Ese sería mi segundo nombre si fuera posible.
¿Vengativa? Solo si es necesario.
¿Quieres tenerme como enemiga? Pregunta que fue lo que sucedió con la última chica que no salió de mis manos.
¿El amor? Está sobrevalorado. Entendí que nadie me amara más de lo que yo podría amarme a mi misma.
¿El dinero? Me sobra, aunque entendí que no es lo más importante en la vida. Siempre hay más allá de lo material.
¿Qué soy una perra insensible? Puede ser. Todo depende de cómo me quieras ver tú.
Lo único que me queda es mi padre, claro, sin contar a familiares que no he visto desde hace mucho tiempo. ¿Y mi madre?
¿Quieres saber qué pasó con mi madre? ¿Por qué no puedo sonreírle a la vida desde ese día en que se marchó?
Porque mi madre no se marchó de la casa. Mi madre no murió por una enfermedad. No.
Mi madre fue cruelmente asesinada justo frente a mis ojos cuando yo solo tenía quince años. Aún puedo cerrar los ojos y recordar cómo le arrebataron la vida cruelmente, puedo recordar toda la sangre que perdió, puedo recordar lo tarde que era cuando llegó la ambulancia; puedo recordar aquella maldita noticia cuando el doctor con una mirada apenada nos confirmó que ya estaba muerta.
Yo estoy viva, aquí, contando esto y quizás por un poco de suerte. Porque bien que pudieron matarme. Aunque ese día a pesar de no matarme físicamente, lo hicieron de una forma metafórica.
Se fue esa chica dulce y risueña.
Se fue esa chica que reía por cualquier tontería que decían sus amigos.
Se fue esa chica amable y benevolente.
Mi corazón dejó de sentir compasión por otros. Si tengo aprecio por algunas personas son un grupo muy reducido y cercano. Es difícil que a estas alturas alguien se meta en mi vida de una forma tan profunda como para llegar a importarme.