¿Qué escondes, Camila?

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JAYDEN

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JAYDEN

La forma en la que su rostro se desconcertó en cuanto pronuncié aquellas palabras fue fotografiado en mi mente justo en ese instante. No cabe duda que ella es el tipo de chica acostumbrada a rechazar a todos. Tenía una enorme fila de pretendientes estupidos esperando por una mínima fracción de su atención. Hacerla enojar era tan divertido que no me arrepentí de haberle dicho que no me gustaba.

Dejé caer mi espalda sobre mi cama después de que se marchara furiosa de mi habitación. Su pálido rostro incluso se había coloreado de un rojo de evidente molestia. Es irónico porque ella ni siquiera mostró un signo de sonrojo cuando estuvimos tan cerca, y me intrigaba que no fuera como otras chicas.

No me extrañó haberla encontrado husmeando en mi habitación. De hecho, todo eso de dejar la laptop encendida y sin clave había sido a propósito solo para ponerla aprueba y ver si realmente era capaz de llegar a esos extremos. No me equivoqué.

Cerré mis ojos sin lograr sacar de la cabeza lo ocurrido hace un rato. Nunca la había tenido tan cerca y menos encarcelándola en mis brazos. Por una fracción de segundos creí percibir que estaba un poco nerviosa, pero eso en unos instantes cambió por su típica aura de frialdad. A pesar de haber disfrutado el haberla besado de esa manera, inspirar su peculiar aroma, cohibía mis impulsos para no perder el control con ella.

No podía involucrarme con ella, aunque me hiciera sentir extraño. De todos modos, comenzaba a pensar que lo mejor entre ambos sería llevar la fiesta en paz y, tratar de llevarme con ella. Y eso que no se ha convertido exactamente en mi persona favorita con esa actitud de niña caprichosa pero, merecía él intento.

Al día siguiente la princesa de hielo no me prestó nada de atención como si estuviera profundamente sumergida en sus pensamientos. Incluso en la mañana al despedirse de su padre la noté extraña y ajena a todo. Eso definitivamente no era normal en ella. Vamos, esperaba algún insulto nuevo de su parte o que me diera esa mirada peculiar de querer arrancarme la cabeza. Debería alegrarme el hecho de que pasara olímpicamente de mi, pero no era así. Y así fue durante todo el transcurso del día. En una de las clases que compartíamos juntos me mantuve observándola atentamente. Desde el ángulo en que me encontraba podía apreciar un poco el perfil de su delicado rostro. De vez en cuando, llevaba una mano por su suave cabello y este caía al mismo sitio sin problemas.

Inevitable Destrucción (Libro#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora