No logro entender cómo un rostro tan angelical es capaz de hacer tanto daño sin pensar en las consecuencias de sus actos. Eso confirma una vez más que las apariencias engañan. Y eso era Camila Anderson Smith, un rostro angelical al cual muy pocas ve...
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CAMILA
"Ella se define como fría. Sin cariño para dar, sin amor para prestar, pero anda mira cómo lleva su vida. Tiene magia en sus manos, fuego en los ojos, y encanto en sus labios." —Phool Andherson
Tomé mi mochila y mi teléfono ya que casi se me olvidaban antes de ir a clases, hoy estaba un poco distraída pero aun así traté de enfocarme. Mi papá y yo no hablamos desde el viernes que salí de su despacho sintiéndome destrozada, sin embargo, agradecí que respetara mi espacio. Ya hablaría con él.
No voy a negar que aún estaba dolida, pero aún así no quería arruinar las cosas con él. Era la única persona en el mundo que me importaba y amaba como a nadie, estaba consciente que ese anónimo en específico tenía como objetivo arruinar la confianza que siempre le he tenido. Pero no será así, porque sé que no lo hizo con mala intención y quizás cuando él lo supo no era el momento más adecuado para contármelo, pero si me hubiera gustado que cuando yo estuviera mejor me lo hubiera dicho.
Bajé las escaleras y cuando fui a la sala por Jayden lo vi esperándome mientras revisaba algo en su celular con un semblante frío. Por Dios. ¿Todavía pretende continuar con su actitud infantil? Y yo que estaba intentando llevarme bien con él. Estaba cansada de los problemas y al menos quería algún tipo de tregua entre nosotros para convivir en paz, pero si él no pone de su parte bien que se puede ir al infierno. Y si, esa noche parecía que ambos estábamos bien pues él permaneció conmigo dándome palabras de aliento después de verme en ese estado. No obstante, cuando ya me vio más calmada, adquirió la misma actitud que tuvo desde que le dije que aquel beso no significaba nada.
No importa que tan ciertas fueran las suposiciones de Alexia hacia las actitudes del castaño, eso no era una excusa para actuar como lo hacía.
—Estoy lista. —bloqueó su celular y me echó una leve mirada sin expresión alguna.
—Bien. Vámonos. —respondió seco, se levantó dejando la evidente diferencia de altura entre ambos y pasó por mi lado dándome la espalda para encaminarse a la salida principal. Lo seguí un poco consternada por haber sido tierno y comprensivo y de un momento a otro volverse un idiota. Antes de que pudiéramos acercarnos al auto hice que volteara y me encarara.
—Ya me cansé de todo esto. ¿Qué es lo que ocurre contigo? —solté aquella pregunta con un tono hastiado. —¿Vas a continuar comportándote como un idiota o qué es lo qué pasa?
Estaba acostumbrándome a sus irritantes bromas de la mañana, sus comentarios tontos y aquel brillo de diversión que lo caracterizaba. Era como si estuviera con una persona totalmente diferente en estos momentos.
¿No era eso lo que querías, Camila? ¿Qué te ignorara y te dejara en paz?
¿Quién me entiende?
Emitió una pequeña risa cargada en ironía, rascó una de sus cejas y me miró directamente.
